viernes, 1 de noviembre de 2013

“Rayito” (Una historia de la calle).


     Llevo décadas viendo a este personaje deambular por las calles de Madrid, décadas que irremisiblemente han pasado por su rostro de una manera tan feroz que ya apenas una leve sonrisa se vislumbra en la comisura de sus labios.
     Rayito es un hombre al que no sabría definir la edad, todas ellas se quedaron detrás del maquillaje de payaso que cubría, quizá la amargura, de tener que pedir en la calle la subsistencia diaria. Hace años se pintaba y se vestía de payaso embozaba una sonrisa, y aspiraba a alcanzar tiempos mejores, no debieron de llegar nunca, pues los años se fueron y Rayito sigue solicitando de todos lo mejor que podamos darle.
     Con su maletín, una silla plegable, su plato casi siempre vacío, y un letrero demandando una ayuda, llamaba la atención del transeúnte, sin hablar, con gestos casi imperceptibles, con su silencio, y con unos ojos que día a día se fueron apagando de alegría, de esperanza, y mirando cada vez más al suelo. Ocupaba un espacio, cuasi permanente, en la calle Goya de Madrid, un espacio que apenas nadie veía, y que después de tantos años deambulo por otros lugares: Glorieta de Bilbao, calle Fuencarral, Gran Vía, etc., pero su base, por así llamarla, seguía siendo la calle de Goya junto al Corte Inglés.
     Es Rayito quién nos muestra cada día el ayer, sus ilusiones se fueron quedando en aquella pequeña jofaina, aquella que un día debió de colocar junto a él con la intención de que le marcara el camino hacia nunca supe donde, pero que podía haber sido la escudilla de cualquiera de nosotros.
     Sigue Rayito en la brecha, si antes pedía una ayuda en aquél letrero para vivir, ahora pide para comer, ahora la necesidad de un techo es la necesidad de una sopa, de un plato lleno ya no de monedas, si no de alimento para el cuerpo, que quién alimenta el cuerpo, está más predispuesto a alimentar el ánimo.
     Si pasó por la vida de otros, si otros se aprovecharon de su vida, si fue, si es, quién es, y que será, son un misterio para este mortal, tal como es un misterio todo aquello, que debido a los tiempos que transcurren, a la convivencias que desaparecen en las prisas, dejamos de percibir, de conocer, de sentir, y se convierten, en su paralelismo, en aquellas operaciones matemáticas  de las que jamás supimos despejar la incógnita.
 
     A vosotros que leéis esto aún os queda la esperanza de mudar de hito, esa, que para tantos dejó de existir quién sabe... ¿Cuándo, dónde, y por qué?
T.S.G. (Aes sin hache)
1.11.2013.

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