martes, 19 de noviembre de 2013

EL PRESTIGE.


 
El hundimiento del Prestige.
     La mayor catástrofe medioambiental conocida en España, “EL PRESTIGE”, se salda sin causantes de delito. Ni políticos, ni armadores, ni los mandos responsables del petrolero, ni empresa alguna, ni aseguradoras que se hagan cargo de los costes, ni… ¡vamos! qué lo sucedido hace más de ONCE AÑOS, que se dice pronto, para la “justicia” de este país (como se puede comprobar rauda siempre en sus resoluciones), todo fue un cúmulo de situaciones concadenadas, fortuitas, sin más.
La grandiosa labor de los voluntarios.
    Sospecho que me estoy haciendo excesivamente mayor, la mente se llena de sucesos que nunca existieron. Ejemplo: Lo sucedido con el petrolero Prestige y su posterior hundimiento, los “hilillos de plastilina”, causantes de la marea negra, ese “chapapote” que nos ennegreció el alma, miles fueron los voluntarios que se dejaban aquellos días las lágrimas entre el luto de la costa y la desesperación de tantos seres curtidos por avatares y vientos, mariscadores, faeneros de roca, pescadores de bajura, arrancando a la par de la vida la llegada de la muerte.
¡Muerte negra! ¡Negra muerte! 
¡Muerte negra! ¡Negra muerte!


Devolvieron a las Rías Altas su hábitat natural, la fauna y la flora que desaparecía, por momentos, como penosa consecuencia del cruel hecho.
 
     Los cientos de kilómetros de costa afectados por el petróleo sufrían en silencio, en el silencio del grito mudo por el espanto que sobrecogía todo ello.
     Debió de ser un mal sueño de un triste día, o quizá, simplemente el producto de la fantasía adicta al ensueño; una divagación en entre la realidad de mi mente y la hermosa visión solidaria de miles de personas de toda índole y condición esforzándose  por devolver la belleza a unos parajes asolados. ¡DICHOSA IMAGINACIÓN! ¡Cuántas malas pasadas me crea!
T.S.G. (Aes sin hache).
19.11.2013.

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