No tengo calificativos suficientes para alabar
el esfuerzo personal con el
que cada uno de los
componentes de esta organización nos ha
representado en
todos estos años de lucha
por la protección de la naturaleza y el medio
ambiente.
No siempre consiguieron las metas que se
propusieron; no siempre
alcanzaron un
beneplácito sabor a victoria en su lucha;
prácticamente nunca se
valoró lo suficiente sus
magnificas intenciones, más insistieron en su
labor,
siguieron perseverando en ella día a día,
con la incomprensión de muchos, y con
la
oposición de otros tantos que vieron en ellos la
rebeldía, la hartura, y el
cansancio, que
profesan por unos intereses de estado y
empresariales, que no
ven más en nuestra
riqueza natural que el medio de explotar estas
para la
satisfacción, de unos pocos, que fijan
su existencia en la acumulación de
bienes. Éstos
nunca serán inmateriales, y en cientos de miles
de casos tan solo
generan devastaciones, que
acarrean
desastres naturales, y por la falta de
escrúpulos, en más de un caso, guerras
que
generan hambrunas, muertes inútiles, y una
emigración que lleva a millones
de seres en su
huida desesperada, hacia el pozo de la muerte.
Esto lo autorizan las naciones que se
presupone están más preparadas
para evitarlo,
esas naciones que velan por sus intereses, que
cierto es, forma
parte de su deber, pero no
ignoran que su deber mayor es dejar a las
generaciones por llegar un mundo habitable y
con las suficientes garantías,
para que a la vez
sus descendientes puedan seguir disfrutando de
este don que
no creó el hombre, pero que si
colabora innecesariamente en su destrucción.
No siempre estoy de acuerdo con los actos de
Greenpeace, no siempre
comulgo con sus
propuestas en ideas ni con sus lemas, pero
mucho menos acepto el
afán con que se
desenvuelven empresas y gobiernos, por
aniquilar especies, almacenar
bienes
perecederos con fines de especulación,
y bienes imperecederos, con fines
de
acaparamiento por egolatría de poder.
Esta organización fundada en 1971 en
Vancouver (Canadá), esta ONG que partió
de
un ideal antiatómico, es hoy un referente en la
lucha contra todos los
poderes, facticos o no,
que pretenden la deforestación de la selva
amazónica y
los bosques que aún perviven
a su pesar, esquilmar la fauna marina, agotar
todos los recursos naturales de minería,
hidrocarburos, y cuanto pueda hacerles
más poderosos por acaparamiento de bienes
necesarios, hoy en día, para la subsistencia
de los
pueblos.
Se hace perentorio tomar decisiones que
frenen tanta avaricia e
inconsciencia, pero si
ésta emana de las propias naciones que
aprueban leyes
permisivas por intereses políticos
y crematísticos (los poderes del poder), me
temo
más bien, que más temprano que tarde, y
aunque mis ojos no lleguen a
verlo, un fin ya
tiene un principio, no es de hoy, ni de ayer, viene
desde que el
simio se convirtió en lo que ahora
somos, auténticos depredadores, incluso para
nuestra propia especie, y para nosotros mismos.
Greenpeace (paz verde), es casi ya una marca
más que una lucha; con una
masa de socios que
superan los TRES millones, y un presupuesto
por encima de
300 millones de euros, es un
gigante de ONG que en más de una ocasión
pierde el
rumbo de sus inicios para infiltrarse en
un maremágnum de leyes contradictorias
e ideas
que quedaron desfasadas por no afrontarlas en
su momento.
Hasta aquí hemos llegado, el futuro será otro
cantar.
T.S.G. (Aes sin hache)
7.10.2013.
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