lunes, 7 de octubre de 2013

Greenpeace (Los Guerreros del arco iris).


     No tengo calificativos suficientes para alabar
el esfuerzo personal con el que cada uno de los
componentes de esta organización nos ha
representado en todos estos años de lucha
por la protección de la naturaleza y el medio
ambiente.
 
      No siempre consiguieron las metas que se
propusieron; no siempre alcanzaron un
beneplácito sabor a victoria en su lucha;
prácticamente nunca se valoró lo suficiente sus
magnificas intenciones, más insistieron en su
labor, siguieron perseverando en ella día a día,
con la incomprensión de muchos, y con la
oposición de otros tantos que vieron en ellos la
rebeldía, la hartura, y el cansancio, que
profesan por unos intereses de estado y
empresariales, que no ven más en nuestra
riqueza natural que el medio de explotar estas
para la satisfacción, de unos pocos, que fijan
su existencia en la acumulación de bienes. Éstos
nunca serán inmateriales, y en cientos de miles
de casos tan solo generan  devastaciones, que
acarrean desastres naturales, y por la falta de
escrúpulos, en más de un caso, guerras que
generan hambrunas, muertes inútiles, y una
emigración que lleva a millones de seres en su
huida desesperada, hacia el pozo de la muerte.
     Esto lo autorizan las naciones que se
 presupone están más preparadas para evitarlo,
esas naciones que velan por sus intereses, que
cierto es, forma parte de su deber, pero no
ignoran que su deber mayor es dejar a las
generaciones por llegar un mundo habitable y
con las suficientes garantías, para que a la vez
sus descendientes puedan seguir disfrutando de
este don que no creó el hombre, pero que si
colabora innecesariamente en su destrucción.
 
     No siempre estoy de acuerdo con los actos de
Greenpeace, no siempre comulgo con sus
 propuestas en ideas ni con sus lemas, pero
mucho menos acepto el afán con que se
desenvuelven empresas y gobiernos, por
aniquilar especies, almacenar bienes
perecederos con fines de especulación,
y bienes imperecederos, con fines de
acaparamiento por egolatría de poder.
 
     Esta organización fundada en 1971 en
Vancouver (Canadá), esta ONG que partió de
un ideal antiatómico, es hoy un referente en la
lucha contra todos los poderes, facticos o no,
que pretenden la deforestación de la selva
amazónica y los bosques que aún perviven
a su pesar, esquilmar la fauna marina, agotar
todos los recursos naturales de minería,
hidrocarburos, y cuanto pueda hacerles
más poderosos por acaparamiento de bienes
necesarios, hoy en día, para la subsistencia de los
pueblos.
 
     Se hace perentorio tomar decisiones que
frenen tanta avaricia e inconsciencia, pero si
ésta emana de las propias naciones que
aprueban leyes permisivas por intereses políticos
y crematísticos (los poderes del poder), me temo
más bien, que más temprano que tarde, y
aunque mis ojos no lleguen a verlo, un fin ya
tiene un principio, no es de hoy, ni de ayer, viene
desde que el simio se convirtió en lo que ahora
somos, auténticos depredadores, incluso para
nuestra propia especie, y para nosotros mismos.
 
     Greenpeace (paz verde), es casi ya una marca
más que una lucha; con una masa de socios que
superan los TRES millones, y un presupuesto
por encima de 300 millones de euros, es un
gigante de ONG que en más de una ocasión
pierde el rumbo de sus inicios para infiltrarse en
un maremágnum de leyes contradictorias e ideas
que quedaron desfasadas por no afrontarlas en
su momento.
 
     Hasta aquí hemos llegado, el futuro será otro
 cantar.
T.S.G. (Aes sin hache)
7.10.2013.

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