miércoles, 9 de octubre de 2013

Desastres innaturales. (Los incendios forestales)


            Todos  los años, durante la temporada del estío, se contabilizan en España demasiados incendios forestales (uno ya sería excesivo) con respecto a otros países comparables a su idiosincrasia.
     Cierto es que en la última década, en Portugal y en Grecia, se han sucedido grandes desastres naturales a consecuencia de estos, pero no debemos de fijarnos en lo sucedido en los países vecinos u otros, si no en la manera de atajar estos sucesos- ¿Cómo se podría poner remedio a este “mal endémico”?
 
     ¡Sí! Bajo mi punto de vista es un mal endémico, un desastre generalmente producido por la mano del hombre, y no podemos continuar blandiendo unas leyes tan generosas en castigos contra los pirómanos, pues sus “locuras” incendiarias, conllevan miles de millones de pérdidas en euros; el mantenimiento de unos parques de bomberos (actualmente más que necesarios) y guardabosque, se verían probablemente reducidas a la mitad o utilizadas en otros trabajos beneficiosos para el monte. La desgracia de cientos de familias que sufren al comprobar cómo sus esfuerzos de años, sus inversiones en una casa que probablemente fuera destinada a su retiro, o no, que en cualquier caso puede ese hecho dar igual, pero no así las ilusiones, recuerdos y formas de vida, puestos en ellas y en esos campos o montes, se convierten en cenizas sintiéndose prisioneros de aquellos que tras haber cometido semejante delito se pavonearan de una “hazaña” que con toda seguridad repetirán en otro lugar con el “beneplácito” del trasnoche jurídico-penal.
     Los incendios naturales se comprenden; un rayo seco u originario de tormenta, una chispa que en ocasiones produce el mismo medio, un animal (irracional, autóctono o no), el producto de lo fortuito puede ser incluso más destructivo que la intencionalidad del hecho en sí, pero, contra la diosa naturaleza hay maneras de prever en cierta medida lo que puede suceder; más contra las mentes enfermas, los intereses de las empresas que necesitan de la materia prima que produce un árbol, fuere de la especie que fuere, para la producción de esta, la quema incontrolada de campos de labranza como preparación para la plantación de una nueva cosecha, o los producidos por dañar a un semejante, deberían de ser castigados, de forma tal, que no quedasen ganas de arriesgarse a cumplir la condena que se les impusiere, tanto de restricción de libertad como en los costes por la reparación de gastos y perjuicios, sin concedérseles amnistía alguna o por falta de solvencia. Si fuere necesario retirar de la ley de enjuiciamiento lo relativo al sujeto en estas materias, debería de sopesarse.
     En tanto estos delincuentes campan a sus anchas, siendo altamente difícil demostrar los hechos, cogerlos con las manos en la masa, retener y llevar a juicio, seguirán siendo uno de los mayores lastres de esta sociedad. Son estos sujetos exterminadores de especies salvajes, protegidas, de labor, o de corral, de seres humanos, y de sus bienes, los suyos y los pertenecientes al pueblo. Me reitero, de una manera simple, pero legible y entendible, con una frase común, “SE VAN DE ROSITAS”.
     Yo no soy experto en el tema, más a quién le corresponda tal, es llegado ya el momento de trabajar para solventarlo, y sin tardanza, por qué ya comienza a ser tarde.
T.S.G. (Aes sin hache)
9.10.2013.
 
 

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