jueves, 29 de noviembre de 2012

Las aulas universitarias en la calle.




     Ya me gustaría a mí no tener que hablar de los desmanes que se producen en las universidades españolas por causas en mayor parte ajenas a estas.
     La crisis financiera, que llega a todos los estamentos, se está adueñando de la enseñanza con el beneplácito del gobierno y su más fiel adlátere, el ministro José Ignacio Wert.
     Parece ser que la educación de nuestros estudiantes no es primordial para el estado, me refiero a que se premia el déficit de un club de fútbol con moratorias, y otras prebendas, y se castiga con las restricciones económicas a las universidades. Los clubs de fútbol de primera división deben a la hacienda pública un montante superior a los setecientos millones de euros. Para que se hagan una idea, el club Atlético de Madrid debe tanto como la Complutense, y mientras el susodicho club dispone de apoyos y beneplácitos de los distintos estamentos, la universidad recibe sistemáticamente recortes en material, profesorado, personal cualificado para la labor a desarrollar en una más que precaria intendencia, subidas de tasas que traspasa los límites a los que una familia, de clase media (que tiende a desaparecer), no puede hacer frente por más que lo intente, claro está debido, a la situación tan precaria por la que atraviesa el país, ósea, el pueblo
     La Universidad Complutense, cuyo rector actual  es D. José Carrillo, lleva solicitando y proponiendo distintas medidas que llevadas a cabo por la autoridad pertinente, permitiría que la labor educativa saliera adelante, no sin dejarse en el camino un bagaje importante en todos los niveles, pero recuperables en los años que escampe, nunca duro una pertinaz tormenta más que los días. Cierto es que mientras tanto no lloverá a gusto de todos, pero también es cierto que la calma llegará, y volverá a brillar el sol, eso sí se han tomado las medidas adecuadas para que ello llegue a suceder.
     En el día de ayer la universidad, y los universitarios, tomaron las calles en plan pacifico, y dando una lección de comportamiento a todo el estado, impartieron los distintos catedráticos y enseñantes-educadores, sus lecciones en un aula cuyo techo fue el cielo, su silla el suelo, su pupitre sus piernas, y su bienestar para el desarrollo adecuado de el evento, unas ráfagas de viento frío del otoño madrileño, bajo el manto de las nubes.
     Una clase magistral. Gracias gentes del futuro, creo en vosotros.
T.S.G. (aes sin hache)
29.11.2012.

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