jueves, 1 de noviembre de 2012

Más vale morir de pie que vivir de rodillas. Octubre es un mal mes para morir.



    
     No es una exageración, aún no hace muchos años en que se valoraba tanto o más la palabra de un ser humano, un apretón de manos, que un contrato firmado. No existía mejor aval que la honradez y el cumplimiento.
     Eran los tiempos en que los banqueros se conformaban con poseer tan sólo todos los bienes que circulaban por el país, que medraban, en las altas esferas franquistas, por las migajas que el estado repartía de un mísero banquete. En una nación que resurgía a la esperanza, los banqueros y especuladores, esperaban agazapados tras su escaparate el momento propicio, ofreciendo pingües intereses, y cobrando hasta un 20 y 22% por los préstamos concedidos; esto no fue óbice para que con un supremo sacrificio económico, las familias españolas salieran adelante, porque el trabajo ya no era un lastre por ausencia, la sangría emigrante, amén de aportar divisas y con ellas un respiro a las pobres arcas del estado, a los vacios bolsillos del pueblo, en los que apenas tintineaban unas pocas monedas, procuró trabajo.
     Esto sucedía en aquellos tiempos.
     Apareció ahorcado, en Granada, ahorcado. Según la policía una hora había transcurrido, una hora cuando se presentaron no a levantar el cadáver, si no a desahuciarle, pero llegaron tarde, tan tarde, que no pudieron echarle de SU CASA. No llegaron a ejecutar el ordenamiento judicial a petición de la entidad bancaria de turno. Lo mataron y se mató. ¿Dónde está la justicia? ¿Quién consiente la usura bancaria? Mientras el gobierno se dedica a rescatar a la banca de sus menguados beneficios, la banca desahucia al pueblo. ¿Para cuándo la dación en pago?
     Cuando a un pueblo se le ahoga con impuestos de guerra en tiempos de paz. Cuando se vulneran los derechos conseguidos, con el esfuerzo de años, con despotismo en beneficio de “no se sabe que intereses”. Cuando se gobierna pensando más en los intereses del partido de hoy y mañana, de perpetuarse en las poltronas sean cuales fueren, diestras o siniestras, que en aquellos que los eligieron confiando en su buen juicio y gobierno, no se construye un futuro, más bien se destruye el presente.
     La reducción de inversión en sanidad es la muerte cercana, la educación que se niega hoy es el empobrecimiento y la muerte de las próximas generaciones, y los recortes en la investigación es regresar a la muerte de ayer. ¿Queda cordura o también la han recortado?
     Como sabemos que lo único cierto de la vida es la muerte, muramos con el orgullo alzado, siempre es mejor morir de pie que vivir de rodillas, que te venzan no significa que te humillen, y como ejemplo las palabras que le dedicó en el paraninfo, durante los fastos del Día de la Raza el 12 de octubre de 1936, el rector por entonces de la Universidad de Salamanca D. Miguel de Unamuno al General Millán -Astray cuando éste le espetó “¡Muera la intelectualidad traidora! ¡Viva la muerte!” Así habló D. Miguel: “¡Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pedíos que penséis en España. He dicho”.
     No podemos volver atrás. No debemos volver atrás. No merecemos morir por saciedad incontrolada de unos pocos, aquellos que no figuran en las listas de los multimillonarios y que presumo, que jamás sabremos quienes son, pero que controlan la vida durante su vida, y que nos lleva a pensar que octubre es un mal mes para morir…
T.S.G.
1.11.2012

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