Con este titulo publicó José Mª de Gironella uno de sus libros de la trilogía, pos guerra "incivil" (Los cipreses creen en dios" y "Un millón de muertos", ellos son las otras dos partes de esta), y hoy nos sirve, el título, no el libro, para gritar albricias por el término de una incruenta y salvaje estupidez, que costó sufrimiento, pena, dolor, angustia, miedo, terror, mutilados (psíquicos y fisicos), sangre, mucha sangre que no entendía los porqués de su derramamiento (y aún hoy tampoco), secuestros...Y MUERTES, MUCHAS MUERTES, DEMASIADAS SI SON MÁS DE NINGUNA.
Mi opinión se muestra contraria a todos los radicales, sí, a todos; creo en la paz, en esta paz de hoy, en esta paz que llega demasiado pronto para esos "dirigentes" que disfrutan de todos los beneplácitos (salvo hecatombes inesperadas e improbables) para alcanzar sus lúgubres metas. Estos mediocres políticos que mantenemos, vistan los colores que vistan, y gusten o no de ideologías extremas, que no ven más allá de sus pedantes orgullos y sus "glorias"; ser cabeza de ratón es la máxima aspiración a la que optan, ni siquiera a cola de león aspiran, que pena de España, que soporta tanta mediocridad en sus dirigentes, tanta ineptitud, que prefieren ser los capitanes de una barca, que formar parte de un gran navio.
A nuestros dirigentes, por gen, les gusta más una reinaguración que a un tonto un lápiz, y se olvidan, en este caso, que el partido que alcanzó el sillón de La Moncloa, tiene la dura y compleja labor de incorporar a esta sociedad a todos los partidarios de ETA, sin distinción, y hacerlos entender que disponen de medios legales con los que exponer sus deseos, y más harto difícil aún, hacer comprender a las familias de los muertos, a los heridos en atentados, que de una forma u otra somos todos, que es necesario, por más que nos pese, una paz hoy, así, de esta manera, que otros cincuenta años de lo mismo. Que otro muerto.
No importa en adsoluto que al requerimiento de la entrega de las armas se haga oidos sordos. De que sirven cien camiones repletos de armamento, cuando un solo fanatico con un tiro en una nuca puede acabar con todos los deseos y esperanzas, ¡es tan sencillo! que pudiere suceder, que en el fragor de la tristeza, la rabia semicontenida, y la impotencia del momento, regresemos a la trampa del odio. ¡Que se queden las armas! ¡Que se las queden! PERO QUE NO LAS VUELVAN A DISPARAR NUNCA JAMÁS.
Para el nuevo presidente, elegido por el pueblo en sufragio universal el pasado 20 N., la paz será un mayor reto que la delicada situación económica que atraviesa el mundo y este pais en él, un reto de mucho desgaste, que tendrá que llevarlo a buen fin, en contra de casi todos sus afines y de él mismo. ¿Sera capáz? Confiemos en que así sea.
T.S.G. (las aes sin hache)
15.12.2011.
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