martes, 24 de mayo de 2016

Continua la triste comedia catalana.



Definición de Cataluña:
     Es una aldea aragonesa repleta de complejos que, queriendo distinguirse de sus progenitores, adoptó un patético dialecto procedente de Andorra.
     La primera vez que estuve en Cataluña tenía siete años, he vuelta tantas veces que si las tuviera que enumerar seguro que me olvidaría de alguna.
     He recorrido la costa brava desde Portbou a Calella por mar, y por tierra toda la costa catalana, desde Francia hasta San Carlos de la Rápita.
     De su interior, desde el alto Ampurdan hasta la frontera con la comunidad valenciana, desde Lérida hasta el mediterráneo. Conozco todas sus capitales de provincia, cientos de pueblos, sus enclaves y hasta parlo una mica de catalá, pero cada día que pasa me siento más avergonzado de un pueblo perdido en sus ideas, ególatra, falso, envidioso, rácano, de insulto fácil y... quién a mí me engaña y no me respeta que no espere menos. Yo no pongo la otra mejilla.
     Que me diga alguien con un poco de sentido común si esta gentuza que reclama respeto a su bandera merece que alguien lo haga.
     Si se me ocurriera silbar "El segador" en Cataluña posiblemente me matasen a palos, en tanto, en Madrid, tenemos que permitir que silben el himno nacional y tan contentos porque existe la libertad de expresión. ¡¡¡BASTA DE CACHONDEO!!! 
     Esto comienza a parecerse a la libertad de expresión que existe en los países árabes; no permiten que vistas como lo haces en tu país y por el contrario aquí ellos visten como quieren. Libertad de expresión. No permiten iglesias católicas en sus naciones y por el contrario aquí exigen mezquitas, y derechos que nunca tuvieron es sus países natales. La libertad, los derechos que los exijan allí a ver que reciben. ¡¡¡BASTA YA!!!
     Me ha defraudo tanto Cataluña y sus gentes en los últimos años que no los quiero a mi lado, pues siento que en cualquier momento me clavan una daga. ¡Libertad de expresión!
     Empiezo a sentirme apesadumbrado de tanta libertad
     Hoy no son gente de fiar... al menos para mí.

     Tomás Serrano González.

24.5.2016.

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