jueves, 20 de noviembre de 2014

Argentina y sus “dioses” futbolísticos.


      Desde que el mal llamado deporte rey arraigó en Argentina, esta se convirtió en cuna de grandes “peloteros”,  pibes que llegaron, a esta “tierra loca”, con los borceguíes calzados y mamando el arte del balompié. Atravesaron los años de inocencia discutiendo y disfrutando de esos días con una pelota de por medio y un pique que perduró en la travesía del tiempo.
     Si me remonto más allá de setenta años, sería difícil, para casi todos los que leáis esto, entender este deporte arrabalero, que une y separa tanto más que la propia vida.
     Si hablamos de D. Alfredo, sabemos que hablamos de Di Stefano; él solo levanto y forjo la leyenda de un club que con el tiempo sería, y en ese estado aún habita, el mejor club de fútbol del mundo, el Real Madrid. Fue la enseña, un jugador con el don del regate fácil, el pase oportuno, la colocación exacta sobre el terreno, la defensa agobiante, la dirección de un juego, fue ese talento del conocido con el tiempo “fútbol total”, ese fútbol que se empezó a vislumbrar en los años setenta, como el nacimiento de una nueva era bajo la batuta de Johan Cruyff, y que treinta años antes, un argentino ávido de triunfos, desarrollo con el descaro propio de quién ama el fútbol tanto que se llenaba de él nunca. Lo amaba tanto que la pelota y él eran uno solo.
     Diego Armando Maradona, “Dieguito” fue “Dios”, fue un Dios en todos los sentidos, fue “la mano de Dios” en lo futbolístico, y aún colea en su iglesia esos feligreses que añoran la eternidad de un Dios que se estrelló en la tierra después de visitar los mejores campos del mundo. “Érase un hombre a una… “pelota” pegado, érase una… “pareja” superlativa, érase… .
     “Dieguito” usaba las dos piernas, tenía una velocidad de corto recorrido pero muy explosiva; esa punta de velocidad la unía a la habilidad de dominar el cuero y lograr que en ella este se mantuviera pegado a su bota.
     De Maradona, aún que vivo, solo puedo hacerme eco de su don, el dominio de la bola, el regate corto, y la habilidad de la picardía hecha arte; Fue Maradona un Dios muerto en vida, destrozado por su propia grandeza futbolera y por el mundo que le rodeaba, él, tal como aquellos seres, no aceptó que la vida era algo más que ese don, y se hundió en el fango de su propia gloria.
     Lionel Andrés Messi es, de los tres, el único que sigue deleitándonos con su juego. Es Messi un jugador previsible, sabes lo que va hacer y como lo va hacer y a pesar de ello es imparable en ocho de cada diez veces. Listo en la colocación, rápido en el disparo, y el hecho de que sea ambidiestro le supone un pro, pues en su pillería siembra la duda de un disparo sorpresivo con el exterior o interior en cualquier momento de la jugada, que aunque no se considere el más oportuno siempre es el más efectivo.
     Un goleador, una reacción de tiro lo suficientemente veloz para evitar que el contrario llegue a tapar, a repeler el disparo. No es necesario que sea potente, el toque es lo justo, lo que pide el momento para alcanzar el fin, que no es otro que el gol, y este es resultado, al unísono con lo expuesto, de su técnica de golpeo.
     Las ansias, marrullerías, argucias, peleas, picaresca, entre otros “dones”, son la insignia del jugador argentino, y cuando nace un fuera de clase, esos “dones” se suman a todo lo expuesto y los aficionados al balompié disfrutamos de la magia de este “sucio deporte”.
     De los tres el único que logró un Campeonato del Mundo fue Maradona, así como dos Ligas de Italia, una Copa de Italia, una Copa de España, una Supercopa de España y una Recopa de Europa  . Por el contrario nunca consiguió la Copa de Europa, la Copa Libertadores, la Liga de España ni la Liga Argentina. Un Balón de Oro (Honorífico).
     Di Stefano consiguió cinco Copas de Europa y dos Latinas (esta precursora de la de Europa), ocho Ligas, y una Intercontinental, Copa de España, Pequeña Copa del Mundo.
Dos Balones de Oro y el único Súper Balón de Oro otorgado hasta la fecha.
     Messi es el único jugador en activo. En su palmares cabe destacar: Tres Copas de Campeones de Europa, dos Copas de Campeones del Mundo de Clubes, dos Súper Copas de Europa, seis Ligas de España, dos Copas del Rey, y seis Súper Copas de España. Cuatro Balones de Oro.
     Ya que en este artículo se han nombrado a Di Stefano, Cruyff, Maradona y Messi, no dejaré de completar el quinteto con el jugador de apodo “O rey”, Pelé, nadie, excepto él logró nunca ganar tres Mundiales.
     Cruyff consiguió tres Balones de Oro y Pelé un Balón de Oro (Honorífico).
     T.S.G.

20.11.2014.

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