lunes, 13 de mayo de 2013

La mujer en la religión islámica.


     No creo que sea muy gracioso ataviarse, ni de manera simbólica, ni de pensamiento, de radical islamista, ni siquiera de islamista moderado. Cuando las distintas tribus de creencias musulmanas (miles), comiencen a respetar a las mujeres, a ser su igual, y aportar al mundo algo más que odio, creeré que sus palabras de paz no son el medio del que se valen para exigir igualdad religiosa y respeto a sus tradiciones en occidente, a la par que niegan estas en sus países de origen, alegando estas mismas tradiciones, y exigiendo este mismo respeto, a sus costumbres y sus leyes para los suyos y para los que viniendo de otros países viven en él. Para estos no existe, ni mucho, ni poco, respeto a su religión, sus costumbres, sus leyes, su manera de vivir, pues para ellos son sólo infieles que intentan corromper “SU” verdad, la única verdad, la suya. 
     Su MACHISMO, su san para mí, su poco respeto a una vida que no sea la suya, el burka, la servidumbre y el acatamiento que exigen a sus mujeres, las leyes que les exoneran de delitos como la ablación, la violación, el derecho de igualdad, de enseñanza, de trabajo remunerado, de liberar de la esclavitud a la que se ven sometida en sus hogares y fuera de estos, de venta de mujeres e hijas por intereses de todo tipo, de acabar con la lapidación por adulterio (también sólo en caso de que sea ella la adultera, para él, varón que comete el delito de hostigamiento y violación todo son parabienes a su hombría y halagos a su vanidad), y cientos, y miles de normas que duele hasta pensarlo.   
      En tanto y cuando no respetéis ni alcéis vuestra voz en defensa de quien sufre estas afrentas, no respetaré vuestra gracia por un atavió de prepotencia petrodólar, costumbrista radical, y farsa de mal gusto.
    Todas sus virtudes, que son muchas, se diluyen instantáneamente en sus otras “virtudes”, esas que atribuyen al Corán y que en realidad, de igual manera que en el catolicismo, judaísmo, anglicanismo, etc., son lecturas partidistas, añadidos de fieles e infieles, con intereses de gobierno, subyugación, y avaricia. Si “la religión es el opio del pueblo” que dijo Confucio, sus patriarcas, sus jefes supremos, son la irresponsabilidad más manifiesta y partidista de la justicia y la verdad.  
T.S.G. 8aes sin hache)
13.5.2013

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