No creo que sea
muy gracioso ataviarse, ni de manera simbólica, ni de pensamiento, de radical islamista, ni
siquiera de islamista moderado. Cuando las distintas tribus de creencias
musulmanas (miles), comiencen a respetar a las mujeres, a ser su igual, y
aportar al mundo algo más que odio, creeré que sus palabras de paz no son el
medio del que se valen para exigir igualdad religiosa y respeto a sus
tradiciones en occidente, a la par que niegan estas en sus países de origen,
alegando estas mismas tradiciones, y exigiendo este mismo respeto, a sus
costumbres y sus leyes para los suyos y para los que viniendo de otros países viven
en él. Para estos no existe, ni mucho, ni poco, respeto a su religión, sus
costumbres, sus leyes, su manera de vivir, pues para ellos son sólo infieles
que intentan corromper “SU” verdad, la única verdad, la suya.
Su MACHISMO, su san para mí, su poco respeto
a una vida que no sea la suya, el burka, la servidumbre y el acatamiento que
exigen a sus mujeres, las leyes que les exoneran de delitos como la ablación,
la violación, el derecho de igualdad, de enseñanza, de trabajo remunerado, de
liberar de la esclavitud a la que se ven sometida en sus hogares y fuera de
estos, de venta de mujeres e hijas por intereses de todo tipo, de acabar con la
lapidación por adulterio (también sólo en caso de que sea ella la adultera,
para él, varón que comete el delito de hostigamiento y violación todo son parabienes
a su hombría y halagos a su vanidad), y cientos, y miles de normas que duele
hasta pensarlo.
En tanto y cuando no respetéis ni alcéis
vuestra voz en defensa de quien sufre estas afrentas, no respetaré vuestra
gracia por un atavió de prepotencia petrodólar, costumbrista radical, y farsa
de mal gusto.
Todas sus
virtudes, que son muchas, se diluyen instantáneamente en sus otras “virtudes”,
esas que atribuyen al Corán y que en realidad, de igual manera que en el
catolicismo, judaísmo, anglicanismo, etc., son lecturas partidistas, añadidos
de fieles e infieles, con intereses de gobierno, subyugación, y avaricia. Si “la
religión es el opio del pueblo” que dijo Confucio, sus patriarcas, sus jefes
supremos, son la irresponsabilidad más manifiesta y partidista de la justicia y
la verdad.
T.S.G. 8aes sin hache)
13.5.2013
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