sábado, 4 de mayo de 2013

Santiago Carrillo.


     Con este hombre desapareció una parte sumamente importante de la historia de España. No pretendo con estas líneas mostrar que parte de la historia le corresponde, cuales son realidad, y cuales bulos.   
     En esta generación, a la que por mi edad correspondo, vivimos las noticias que nos regalaba la dictadura franquista, abrimos los ojos a la política con ellas, y de ellas renegué cuando mi formación intelectual me mostro otros pensamientos y mundos. No comparto las ideas de esta figura que renegó de las doctrinas comunistas impuestas por la URSS de Stalin, por que antes las abrazó con tal ímpetu que fue incapaz de ver más allá de sus consignas, banderas, himnos, contra un imperialismo real, tan real como exageradas sus proclamas de igualdad proletaria. De idéntica manera no comparto las ideas de los camisas azules de antes de la guerra civil, ni las que aportaron al gobierno de Franco, tanto como no comparto ninguna dictadura sea de la ideología que fuere.
     Entre las sombras de Carrillo revolotean los hechos acaecidos en Paracuellos del Jarama, los cruentos asesinatos de una guerra de la que algunos pretenden, aún, no cerrar sus heridas. Por el contrario, sus mejores luces, fueron la aportación desinteresada, anteponiendo España a las normativas del partido comunista del que él era Secretario General, y de esta guisa, aportando a la incipiente democracia, no sólo una estabilidad, si no, con su actitud, un futuro de consolidación.
     Ya no es historia viva, pero guste o no guste fue, es, y será parte de la realidad de esta España de todos.
T.S.G.
4.5.2013.

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