Con este hombre desapareció una
parte sumamente importante de la historia de España. No pretendo con estas
líneas mostrar que parte de la historia le corresponde, cuales son realidad, y
cuales bulos.
En esta generación, a la que por mi edad
correspondo, vivimos las noticias que nos regalaba la dictadura franquista,
abrimos los ojos a la política con ellas, y de ellas renegué cuando mi
formación intelectual me mostro otros pensamientos y mundos. No comparto las
ideas de esta figura que renegó de las doctrinas comunistas impuestas por la
URSS de Stalin, por que antes las abrazó con tal ímpetu que fue incapaz de ver más allá de sus consignas, banderas, himnos, contra un imperialismo real, tan real como exageradas sus proclamas de igualdad proletaria. De idéntica manera no comparto las ideas de los
camisas azules de antes de la guerra civil, ni las que aportaron al gobierno de
Franco, tanto como no comparto ninguna dictadura sea de la ideología que fuere.
Entre las sombras
de Carrillo revolotean los hechos acaecidos en Paracuellos del Jarama, los cruentos
asesinatos de una guerra de la que algunos pretenden, aún, no cerrar sus
heridas. Por el contrario, sus mejores luces, fueron la aportación desinteresada,
anteponiendo España a las normativas del partido comunista del que él era
Secretario General, y de esta guisa, aportando a la incipiente democracia, no
sólo una estabilidad, si no, con su actitud, un futuro de consolidación.
Ya no es historia
viva, pero guste o no guste fue, es, y será parte de la realidad de esta España
de todos.
T.S.G.
4.5.2013.
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