Tres Alfredo forman de cierta manera parte de
mi vida, dos fallecieron para desgracia nuestra y de las bellas artes, Alfredo
Kraus y Alfredo Landa, en tanto el tercero aún continua en la brecha, Alfredo
Di Stefano.
Hoy
irremediablemente me refiero a D. Alfredo Landa:
Conocí
a Alfredo Landa en El Círculo de Bellas Artes de Madrid, se encontraba con
Manuel Galiana (otro gran actor aún en activo perteneciente a esa generación
que se “retira” en silencio), y compartimos unos minutos agradables e
impagables. Era Alfredo un hombre capaz de transmitir alegría, humor, risas y
sonrisas porque reía en el día a día, le reían los ojos, las manos, y agradecía
la vida.
Tocó
todos los palos de los comediantes, teatro, cine, doblador de películas, series
y teatro en televisión, etc., sin olvidar que sus registros pasaban del humor
al drama, y del hombre rudo al sentimentalismo. En todos los papeles en los que
intervino supo estar, y de todos ellos extrajo lo mejor que el guión ofrecía,
para satisfacción suya, y nuestra.
Era
un ser doliente cuando la vida le dolía, entrañable, cercano, amante del Dry
Martini, de una copa de vino, una cerveza fría, una partida de Mus, un café, y
el cariño de la amistad. Era ejemplar con quienes compartía sus películas,
ósea, con todos, delante y detrás de la pantalla, sin un no para quienes nos
alegró la vida, y sin una pizca de resentimiento ni rencor para aquellos
profesionales del adulamiento y la puñalada.
Manuel Galiana, Tomás Serrano y Alfredo Landa en la calle de Alcalá de Madrid.
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Hablé
con él, le di las gracias por los ratos de olvido y por los momentos en que
silenció mi dolor, y me alegró; Me alegro de haber podido compartir esos
instantes.
Su
biografía, y dentro de ella su filmografía, está ahí para quien quiera aprender de ella. No fue divo, y por eso
mismo creó escuela; su peculiar forma de actuar saltó de las pantallas
cinematográficas al español medio, y con ello llegó el Landismo. Era un hombre
culto, osado y decidido, un hombre de “al pan, pan y al vino, vino”, serio
cuando era menester, y con la cualidad de saber discernir lo que era su vida
familiar de su vida pública.
Gracias
Alfredo, por el ayer, por hoy, y por mañana; tú te quedas con todos nosotros,
porque únicamente desaparece tu cuerpo.
Gracias
"navarrico", gracias, mil veces gracias.
¡Viva
el cine!
T.S.G.
(aes sin hache)
10.5.2013
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