Hace tiempo que
el partido socialista desapareció del interés general. Hace tiempo, mucho
tiempo que el partido socialista era un referente para una generación de
españoles. Hace tiempo, largo tiempo, que el partido socialista fue mayoría
absoluta, una mayoría tan absoluta, que no se ha vuelto a ver tal.
“Hace tiempo…”,
podría ser el inicio de un cuento, y quizá lo fuera, porque suena a cuento todo
lo que del partido crece, y crece sin sentido, sin rumbo, sin un dirigente lo
suficientemente inteligente para saber qué es lo que demanda el país, como
desarrollarlo, de qué manera realizar una oposición constructiva, que llegue al
pueblo con la claridad que demanda, y sin los prebostes que se enriquezcan a
cuenta del cargo que ostenten. La cabeza visible del PSOE (Sr. Rubalcaba) no es
mala cabeza, pero con tantas carencias de personalidad, tan voluble en sus
actos, y tan volátil en sus ideas, que su constancia se diluye en el esfuerzo
que le supone intentar controlar un gallinero con pocas gallinas y demasiados
gallos enseñando espolones, a los que les importe más ser un secretario general
mediocre que un buen dirigente.
El Sr. Rubalcaba
es un buen gregario al que por razones que intento desconocer se vio abocado a
un puesto en el que se pierde el talento de un silencioso despacho.
Todo son
impedimentos a la hora de conseguir que el partido socialista alcance el nivel
adecuado para competir con el Partido Popular en las sucesivas elecciones sean
cuales fuere; no importa cuántos puntos pierdan los populares si los
socialistas se quedan a la misma distancia en la intención de voto, resultado:
si uno lo hace mal, el otro le imita. ¡Bien por España!
¿No existe entre
tanta mediocridad un ser honrado, inteligente popular dentro del socialismo,
capacitado para el gobierno de un estado que ensalza y acogota, capaz de poseer
el carisma suficiente para llegar a las masas, y el asaz conocimiento en asuntos
exteriores, economía, agricultura, fomento, derecho, con gran capacidad de
trabajo, humor, buen relaciones públicas, etc.? Parece ser que no, pero no sólo
dentro del socialismo, si no en ningún lugar del orbe, y mundos desconocidos.
Seguiremos optando a la mediocridad,
echándonos mierda unos a otros como si
fuera posible que tal cantidad no nos salpicara a todos. ¡Viva el mundo de la política
desinteresada! ¡Que viva! más si es cierto que vive, que no se dé a conocer, que
no levante el dedo aunque le animen, que así sea, o existirá en el mundo, otro
vivo muerto.
T.S.G. (aes sin hache)
15.1.2013.
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