jueves, 31 de enero de 2013

La “sangrante” historia del barbero.



     Paseaba una mañana de otoño por las cercanías de la Puerta del Sol de Madrid, sentí la calidez de los últimos rayos de sol, de un verano tardío, en mi cara, y el instinto de la placidez dirigió mi mano a esta en un gesto interrumpido por una barba creciente que, presumo, se asentó distraídamente en los días anteriores, quizá más por vaguería que por olvido.

     Instintivamente me dirigí a una barbería que recordé había en una calle cercana; no soy persona que utilice con frecuencia estos servicios, no más de media docena de veces a lo largo de mi existencia habrá sido rasurada mi barba en despacho de barbero. Allí estaba, efectivamente, y sin dudar penetré en el local donde amén del barbero había un par de clientes enfrascados en una conversación en tono medio de la que también participaba el “·maestro” y su cliente de sillón. Saludé, y pedí la vez, no tuve que esperar mucho, en veinte minutos despachó un par de cortes de pelo de raya ancha, y un arreglo de barba.

     Llegado mi turno me indicó el lugar donde debía de instalarme y procedió al afeitado sin detener su verborrea, transcurría este como el chiste con que nos deleitara el gran humorista Eugenio sobre aquél cliente que era afeitado por un aprendiz, corte va, y corte viene, tan sólo con una variante, como este que me afeitaba no tenía aprendiz, el era todo, me salvé del lanzamiento de cepillo, de la bofetada, de las tijeras clavadas en el brazo, pero casi no me salvo de perder la oreja, eso me evitó tener que decir “písala, que no la vea el jefe que si no me mata”, por lo demás todo se desarrollaba de idéntica manera, corte va, y corte viene.

     Ingenuo de mí, mantenía una conversación medianamente amena salpicada a intervalos con las interrupciones de los próximos conejillos de indias que dignamente aportarían su granito de arena al sustento del individuo. Me contó que el procedía de otro país donde de joven esquilaba ovejas, eso ya me hizo sospechar que algo no marchaba bien, pero confié en su pericia. También dijo que el oficio lo aprendió en los zocos dando servicios en la calle, y que aquí, en España trabajó unos años en una residencia de ancianos que cerraron y esa fue la causa de abriera la barbería que regentaba.

     Al término del afeitado, y antes de mirarme en el espejo en él que ya presumía lo que me iba a encontrar, desparrame la mirada por el local que parecía haber enmudecido. Un clérigo de vieja usanza, que vestía sotana raída y chambergo, se encontraba sentado en una silla a menos de dos metros de mí, leí en sus ojos la afición por la que profesaba que le animaba a impartirme la extremaunción ¡Como me vería! Dirigí  instintivamente la mirada hacia el espejo y…¡Dios! La tienda de los horrores era una comedia comparada con la sangre que corría despendolada, ya no por mi cara, y sí por las losetas del local; eran éstas las sustitutas de mis arterias, esas por donde circulaban ríos desbordados de plasma. ¿Dónde estaban los gatos que habían causado en mi rostro tal desaguisado? ¿Dónde estaban esos cientos de felinos que no vi? Media hora larga se entretuvo el advenedizo en restaurar tan varonil rostro, y así y todo salí de la barbería con tantos papelillos pegados en la faz que bien podía decirse que venía de una fiesta y que los papelillos de la jeta eran alegres confetis, en ese momento comprendí porque cerraron la residencia de ancianos donde había ejercido con anterioridad el matarife ¡Los mató a todos! Murieron desangrados, debieron contar las crónicas, en extrañas circunstancias; mientras él aprendiz-barbero me cobraba aún mascullaba:
.- Esto no me había sucedido jamás; es que usted tiene una cara muy difícil. 
.- ¡Difícil! – Replique a la insidia en castizo sobrao –. ¡Difícil! Si no hay dios que me reconozca, me has dejao hecho un eccehomo, llegué de punta en blanco, como un pincel, y marcho más señalao que la Plaza la Cibeles. Querrás propi…¡Digo! Pos ya pues ir sacándola de la hucha con el filo la navaja… que lo que es a mí. ¡Pasmao!

T.S.G. (aes sin hache)

tmsg1953@gmail.com 

30.1.2013.     

miércoles, 23 de enero de 2013

Los ultras en el deporte.



     Son los ultras un mal endémico que cada vez se arraigan más en los ámbitos relacionados con las competiciones deportivas. A medida que los enfrentamientos bélicos disminuyen, los grupos radicales se asoman al deporte con más frecuencia de la que fuera deseable, denigrando con su comportamiento violento, necio, falto de escrúpulos, e influidos por una sociedad que día a día valora más el poder de la fuerza que la razón, se parapeten tras las insignias y banderas de índole fascista, para desde allí, imponer sus ideologías a otros ineptos que fingiéndose superiores e inmortales acatan sin dilación su denigración como seres humanos.
     Si se detuviesen a pensar en que el tiempo les volverá débiles y enfermizos, necesitados de todo aquello que pretenden destruir, que presumen odiar, quizá dieran sus primeros pasos hacia el respeto y la concordia.
     Deberíamos detenernos también en valorar la culpa que por intereses y miedos, permiten a estos grupos asentarse en los estadios y mangonear en los clubes. Cuando pretenden los dirigentes de las sociedades deportivas, poner veto a estos desmanes, les resulta engorroso y no falto de dificultades, porque la ley hace costumbre, y porque erradicar un mal de esta índole no es cosa baladí.
     Perecen en su intento los dirigentes tantas veces, que realmente se creen, estos grupos, poderosos e irreemplazables, y no es así, la masa social y los auténticos seguidores ocupan el espacio dejado por los indignos, y comienza de nuevo un tiempo de comunión entre todos los estamentos. No permitáis más violencia en las gradas y volved a disfrutar de las contiendas deportivas con las generaciones que os preceden, donde exista la rivalidad y naufraguen las ideologías radicales y sus banderas.
T.S.G. (aes sin hache)
23.1.2013.

lunes, 21 de enero de 2013

Democracia. La menos mala de las dictaduras.



     Lo mejor de una democracia es que se puede elegir al “mandamás” cada cuatro años, lo peor es que el mandamás de turno sea un dictador de mayoría absoluta.
     Una mayoría absoluta concede el beneficio a los congresistas de aprobar en el parlamento las propuestas de ley que consideren ajustadas a derecho, convenientes para el pueblo al que representan, siendo estas lo menos gravosas posibles y útiles para la sociedad, así debería de ser siempre, pero un dictador demócrata, convierte los beneficios en su beneficio, su poder de decisión en su capricho, y a sus electores en sus esclavos, esclavos de sus decisiones incoherentes, de un gobierno de yo y después más yo, de un autoritarismo desmedido de órdenes, no propuestas, sin pies ni cabeza, sin atender a razones, y sin razones para mantener estas.
     ¿Una democracia puede convertirse en una dictadura parlamentaria? Mi respuesta es que sí, y para que esto no llegue a suceder es necesario no dormirse nunca en los laureles, saber que la libertad se gana todos los días y cada uno de estos se defiende, se defiende siendo vigilante con nuestros representantes, y recordándoles en todo momento, que el pueblo los pone, y el pueblo los quita.
     ¿Se olvidan de su juramento o promesa? ¡Sí! Se olvidan con una facilidad tremenda, cuando se ven en el “sillón de sus entretelas, su despachito oficial”, que rezaba la copla, el digo y el Diego es común a todos ellos, y no hago excepciones, porque existen hoy en día más garbanzos negros en este cocido de los que jamás recuerda mi memoria, y mi memoria vivió veintiún años en la dictadura militar del general Franco, y desde entonces, valoro más, que alguien sea sincero conmigo, que no “franco”.
     No nos olvidemos nunca lo vivido hasta conseguir el mal menor que es nuestra democracia, y nunca penséis que pase lo que pase no nos podrán quitar lo bailado, porque si así les parece, nos lo quitan.
T.S.G. (aes sin hache)
21.1.2013.

martes, 15 de enero de 2013

¿Dónde están los dirigentes del PSOE?¿Y el PSOE?



     Hace tiempo que el partido socialista desapareció del interés general. Hace tiempo, mucho tiempo que el partido socialista era un referente para una generación de españoles. Hace tiempo, largo tiempo, que el partido socialista fue mayoría absoluta, una mayoría tan absoluta, que no se ha vuelto a ver tal.
     “Hace tiempo…”, podría ser el inicio de un cuento, y quizá lo fuera, porque suena a cuento todo lo que del partido crece, y crece sin sentido, sin rumbo, sin un dirigente lo suficientemente inteligente para saber qué es lo que demanda el país, como desarrollarlo, de qué manera realizar una oposición constructiva, que llegue al pueblo con la claridad que demanda, y sin los prebostes que se enriquezcan a cuenta del cargo que ostenten. La cabeza visible del PSOE (Sr. Rubalcaba) no es mala cabeza, pero con tantas carencias de personalidad, tan voluble en sus actos, y tan volátil en sus ideas, que su constancia se diluye en el esfuerzo que le supone intentar controlar un gallinero con pocas gallinas y demasiados gallos enseñando espolones, a los que les importe más ser un secretario general mediocre que un buen dirigente.
     El Sr. Rubalcaba es un buen gregario al que por razones que intento desconocer se vio abocado a un puesto en el que se pierde el talento de un silencioso despacho.
     Todo son impedimentos a la hora de conseguir que el partido socialista alcance el nivel adecuado para competir con el Partido Popular en las sucesivas elecciones sean cuales fuere; no importa cuántos puntos pierdan los populares si los socialistas se quedan a la misma distancia en la intención de voto, resultado: si uno lo hace mal, el otro le imita. ¡Bien por España!
     ¿No existe entre tanta mediocridad un ser honrado, inteligente popular dentro del socialismo, capacitado para el gobierno de un estado que ensalza y acogota, capaz de poseer el carisma suficiente para llegar a las masas, y el asaz conocimiento en asuntos exteriores, economía, agricultura, fomento, derecho, con gran capacidad de trabajo, humor, buen relaciones públicas, etc.? Parece ser que no, pero no sólo dentro del socialismo, si no en ningún lugar del orbe, y mundos desconocidos.
     Seguiremos optando a la mediocridad, echándonos  mierda unos a otros como si fuera posible que tal cantidad no nos salpicara a todos. ¡Viva el mundo de la política desinteresada! ¡Que viva! más si es cierto que vive, que no se dé a conocer, que no levante el dedo aunque le animen, que así sea, o existirá en el mundo, otro vivo muerto.
T.S.G. (aes sin hache)
15.1.2013.

lunes, 14 de enero de 2013

Sobre los dobladores y doblajes del cine español.


     Es mi opinión, que ha llegado la hora, de que a los dobladores de cine en España le sean reconocidos los meritos adquiridos a través de las interpretaciones, tan estupendas, con que nos han obsequiado durante tantos años.

     No valoramos, como se merecen, a unos actores de voz con la cual nos han hecho reír, llorar, emocionarnos, afligirnos, temer, soñar, vivir, aterrarnos, padecer y amar, amar tanto al cine que son la esencia de las estrellas del celuloide.

     Cada vez hay más gente que prefiere escuchar la voz original del actor que aparece en la pantalla, y estoy de acuerdo con ellos, claro está, si entendiera lo que dicen, pero…entre unos subtítulos que se comen la mitad del guión, y que mientras los lees te pierdes la mitad de la interpretación gesticular, es preferible, bajo mi punto de vista, disfrutar de una gran, o no tanto, película, con la pérdida de la voz original, que la pérdida total de la interpretación. ¡Qué  diablos! Si se dispone del mejor plantel de actores de doblaje del mundo. ¿Para qué necesito escuchar una voz que por muy buena que sea me suena a gruñido?

     Respeto todos los gustos y opiniones, pero a los puristas ineptos, necesitados de presumir por falta de otras carencias, que los soporte quien los aguante.

     Si quieren un original que lean a León Tolstoi en ruso, así no se cercena nada de la narrativa, y si desean vivir una multiaventura de juegos interactivos que sean uno de esos personajes diabólicos, o no, y cumplan con las “realidades necesarias para sustentar sus vidas”.

     Mientras tanto, un servidor seguirá en sus trece. Nunca agradeceré bastante los doblajes que se hicieron de las películas de Los Hermanos Marx (José María Oríes - Miguel Sanchis) y ¿Quién puede menospreciar el doblaje que de James Stewart realizó Jesús Puente en “Qué bello es vivir”? 

     Constantino Romero hizo con su voz que Clint Eastwood llegara a ser uno más de los grandes entre los cinéfilos de este país antes de que se consagrara en Hollywood; un somero vistazo a los distintos planteles de actores de las distintas cadenas de radio españolas, nos daría una visión muy diferente de la que los puristas entienden como la única y autentica realidad de la sonoridad en la interpretación. Una alabanza, por mí parte, para todos y cada uno de los dobladores, por su trabajo, por los doblajes bien realizados.

 T.S.G. (aes sin hache)


14.1.2013