De Cassius Clay a Muhammad Ali.
No se puede hablar de Cassius Clay sin hacer mención a sus predecesores, referentes en este “noble” deporte, grandes y únicos todos ellos sobre la lona de un cuadrilátero.
Joe Louis “el bombardero de Detroit”, fue ese mito hecho realidad que aún se distorsiona en la historia si fue realidad antes que mito o viceversa.
Era el más grande, según contaron quienes le vieron boxear. Su récord de casi 12 años en posesión del Campeonato del Mundo de los pesados aún sigue vigente.
Rocky Marciano fue el único invicto sobre el ring, y Sugar Ray Robinson fue considerado por Ali, Louis y Rocky el mejor pugilista de todos los tiempos; un peso medio y werter capaz de conseguir alcanzar 5 veces el cinturón de Campeón de Mundo en ambos pesos.
Como Cassuis Clay fue Campeón Olímpico en Roma, como Muhammad Ali fue Campeón del Mundo y estandarte de los derechos humanos, antibelicista activista, se negó a participar en la guerra del Vietnam, hecho que le costó que le desposeyeran del título.
El excelente periodista deportivo en activo Julio César Iglesias – deseo que por muchos años –, gran amante y conocedor del boxeo, escribe y comenta maravillas del arte del cuadrilátero. Su conocimiento del medio y sus entresijos dan para degustar a través de sus escritos y coloquios la historia de los Estados Unidos de América, una visión real, dura, conmovedora y brutal desde el conocimiento y la crítica feroz, balsámica y audaz. Su afición por el deporte de las doce cuerdas va más allá que el de cualquier otro que conozca, incluido Santiago Segurola, mi gran referencia de crónica y debate actual junto a Javier Ares.
Sus combates contra Joe Frazier, al que llamaba "Tío Tom" por sus tendencias al dinero fácil de los mercaderes del boxeo, fueron épicas, y la mítica pelea, "la definitiva", 31 de octubre de 1974 contra George Foreman en Kinsasa, República Democrática del Congo, fue la cumbre boxística de Ali.
En 1964 abrazó la religión islámica y cambió su nombre al entender, que Clay, era el adjetivo con que se denominaba a los esclavos afroamericanos, negros en definitiva de raza, pero seres humanos como todos los habitantes de este planeta mal llamado tierra.
El Parkinson fue su mayor enemigo; contra él disputó sus combates, sus peleas más cruentas, y este, sin piedad del hombre agotado por la lid, le ganó en el último asalto de su última pelea. Un gancho de derecha alcanzó nítidamente la mandíbula del CAMPEÓN privándole del escaso oxigeno que mantenía su maltrecho cuerpo, sus exhaustos pulmones. Tenuemente, sin apresurarse, degustando cada inhalación hasta acabar con su vida, percibiendo que en tanto sus latidos cedían entregaba su gloria al ensalce y alimento de su mito.
Cassius / Muhammad, un deportista para la historia que bailaba ballet sobre la lona del cuadrilátero, “revoloteaba como una mariposa, y picaba como una avispa.”
Rocky Marciano fue el único invicto sobre el ring, y Sugar Ray Robinson fue considerado por Ali, Louis y Rocky el mejor pugilista de todos los tiempos; un peso medio y werter capaz de conseguir alcanzar 5 veces el cinturón de Campeón de Mundo en ambos pesos.
Como Cassuis Clay fue Campeón Olímpico en Roma, como Muhammad Ali fue Campeón del Mundo y estandarte de los derechos humanos, antibelicista activista, se negó a participar en la guerra del Vietnam, hecho que le costó que le desposeyeran del título.
El excelente periodista deportivo en activo Julio César Iglesias – deseo que por muchos años –, gran amante y conocedor del boxeo, escribe y comenta maravillas del arte del cuadrilátero. Su conocimiento del medio y sus entresijos dan para degustar a través de sus escritos y coloquios la historia de los Estados Unidos de América, una visión real, dura, conmovedora y brutal desde el conocimiento y la crítica feroz, balsámica y audaz. Su afición por el deporte de las doce cuerdas va más allá que el de cualquier otro que conozca, incluido Santiago Segurola, mi gran referencia de crónica y debate actual junto a Javier Ares.
Sus combates contra Joe Frazier, al que llamaba "Tío Tom" por sus tendencias al dinero fácil de los mercaderes del boxeo, fueron épicas, y la mítica pelea, "la definitiva", 31 de octubre de 1974 contra George Foreman en Kinsasa, República Democrática del Congo, fue la cumbre boxística de Ali.
En 1964 abrazó la religión islámica y cambió su nombre al entender, que Clay, era el adjetivo con que se denominaba a los esclavos afroamericanos, negros en definitiva de raza, pero seres humanos como todos los habitantes de este planeta mal llamado tierra.
El Parkinson fue su mayor enemigo; contra él disputó sus combates, sus peleas más cruentas, y este, sin piedad del hombre agotado por la lid, le ganó en el último asalto de su última pelea. Un gancho de derecha alcanzó nítidamente la mandíbula del CAMPEÓN privándole del escaso oxigeno que mantenía su maltrecho cuerpo, sus exhaustos pulmones. Tenuemente, sin apresurarse, degustando cada inhalación hasta acabar con su vida, percibiendo que en tanto sus latidos cedían entregaba su gloria al ensalce y alimento de su mito.
Cassius / Muhammad, un deportista para la historia que bailaba ballet sobre la lona del cuadrilátero, “revoloteaba como una mariposa, y picaba como una avispa.”
Tomás Serrano González.
4.6.2016.
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