miércoles, 4 de junio de 2014

¿Quién habla de república?


     Dos días, solo dos días han transcurridos desde que abdicó el Rey Juan Carlos I en su hijo el Príncipe de Asturias D. Felipe de Borbón y Grecia, y los buitres no tardaron en hacer acto de presencia, los buitres y los bocazas de rigor.

     Afortunadamente en España disfrutamos de una democracia, de una de democracia joven, una democracia que en su inmadurez permite que cada español elija a la persona o partido que crea conveniente. Ningún español se ve forzado, obligado, a depositar su voto en la confianza de quién no crea menester.

     Es aún una democracia incipiente, pero tan imperfecta, que solo es necesario obtener una mayoría absoluta suficiente como para derrocar una monarquía parlamentaria, y lograr así que el pueblo les conceda el beneplácito de proclamar una república con todos los parabienes que conlleva. Un 66% les vale para cambiar artículos de la Constitución, de tal manera, que las leyes, producto de esta, sean suficientes, para lograr la meta tanto tiempo ansiada. Luego, en vez de lanzarse a la calle pidiendo antinatura, que se lancen a las urnas; las elecciones generales serán en 15 meses, y antes pueden ir haciendo pruebas en las municipales, ir abriendo boca con los ediles que lograran.  Serán tantos que arrasaran, atónitos, mudos, o exultantes de alegría, sea cual fuere el resultado no darán crédito, es más, como sucede con todos los partidos que se presentan a elecciones, ninguno perderá, es lo que más me agrada de este país nuestro, ganar gana uno, pero los demás nunca pierden.

     Un porcentaje entre el 8 y el 10% es el resultado obtenido, por los voceros (IU, ERC, CIU, BILDU, PNV, y los que pintan menos), de apoyo del pueblo en la improvisada salida de tono, ¿y quieren una república? pues si la quieren que se la ganen en las urnas, que es donde se gana en democracia.

     Un apunte, si los que pretendéis una república sois los mismos que pisoteáis la enseña nacional, que escupís y quemáis nuestra bandera, sois los mismos que permitís con vuestro silencio sobre el hecho, con vuestra complicidad en él por no repudiar este, ¿quién os asegura que no hagan igual mañana? Si en algún momento alcanzáis al fin los propósitos, los deseos que auguráis, con aquellas enseñas, orden y leyes que impongáis ¿qué esperáis? Si no guardáis el respeto que merece España hoy, no esperéis respeto en el futuro de vuestros congéneres.

     Soy español, soy madrileño, soy europeo, soy una parte ínfima de este mundo, pero la parte más importante de mi ser; todo esto que soy no es nada con lo que pude y fui, soy, y seré, parte de la vida. Me honro de mi cuna y de mi estar, y me avergüenzo de quienes no tiene ni un principio ni una meta, ni un sueño por alcanzar donde forme parte de un todo.

T.S.G.

4.6.2014.

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