miércoles, 6 de marzo de 2013

Argentina y el desmadre político-social.


     Un país rico en recursos, con una extensión de territorio más allá de lo necesario para ser una potencia mundial, no debería permitirse el gusto, de que su soberanía fuese continuamente puesta en entredicho.
     Son hechos que nos demuestra la historia. Sin tener la necesidad de acudir a las hemerotecas, tan sólo con la ayuda de los recuerdos, tengo la imperiosa necesidad, hoy, de expandir mis pensamientos a través de la unión de las palabras con el fin de no olvidar, de recordar a los frágiles de memoria, el daño que se ha hecho así mismo el pueblo argentino con las dictaduras populares, queridas y vanagloriadas, y las militares, venidas impuestas por intereses económicos de primeros y terceros, que  han menoscabado el crecimiento, en todos los órdenes, de una nación que debe de alejarse de dioses con pies de barro (Maradona), y comenzar a crearse un futuro basado en el respeto, la cultura, y el trabajo. Una nación que pude presumir de llanos y montañas, del sol de su bandera, del azul celeste y el blanco impoluto, de la mar oceánica, no debe de dormirse en sus verdades a medias, ni perderse en su verso fácil de la palabrería seudointelectual, esa que lo les hace ni más inteligentes, ni poetas, si no pedantes y arrogantes, con un futuro pendiente de cuatro “listos”, y un mal, que empezó con Eva Perón, se medio perpetuó en el peronismo basado en su recuerdo, y que continua con otra dictadura popular, la que dirige y propaga, y de la que bien vive y bendice, Cristina Fernández. Presidencias heredadas.
      Los "corralitos" no deben de repetirse, son vergüenza antes, durante, y despues, genera hambre, desamparo, y necesidad.
      Hay un 42% de razones (ese es el porcentaje de católicos que habitan en el continente americano) para hacer conjeturas sobre la nacionalidad del próximo pontífice, más es obvio que Brasil y Argentina están entre las naciones con más probabilidades de que así sea, si fuere argentino sería un impulso importante para la consolidación de la democracia por la presión que la iglesia pueda impregnar en el parlamento.
     La fuerza del pueblo radica en la unión de sus ciudadanos entorno a las leyes no impuestas porque sí, ni por personajillos de escasa valía, que hoy están, y mañana marchan o a un exilio dorado, o una tumba en olor de multitudes, y que de cualquier forma, sea cual fuere el suceso, os dejara, y ahora os tuteo, con el culo al aire, con deudas hasta los ojos, y con un estado al que gobernara una barra brava parlamentaria, que solo se diferenciara de las otras en que usaran chaqueta, corbata, y una pose de sabiduría que no es tal.
 
T.S.G. (aes sin hache)


6.3.2013.

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