La Capilla
Sixtina vuelve a acoger al enjambre purpura con el mismo fin con que se reúnen cuando
es menester, pero con la salvedad de que en esta ocasión el “padre” de la iglesia
católica aún reza sus oraciones cada día.
No es un hecho extraordinario que el papa
por elegir suceda a un papa vivo, que se tenga conocimiento algo similar ya
sucedió, aunque de ello han transcurrido varios siglos. Cuenta la historia que
pocos meses llevó el cayado Celestino V (223 días) antes de su abdicación, más
ella, que le trajo paz al espíritu y al
cuerpo, le costó la vida en poco más de un mes. ¿Las intrigas de las familias
vaticanas y el conocimiento de la podredumbre eclesiástica fue su fin? Yo
entiendo que sí, que el significado de iglesia dejo de ser tal cuando el poder
se repartió el pan y el vino de la eucaristía.
Ahora elegirán otro pontífice, si es buena
o mala persona se verá no sólo en sus actos llevados a cabo hasta el día de
hoy, si no por su trayectoria al mando del estado papal, y como guía espiritual
de 1.200 millones de fieles.
Habrá de poner en orden el Banco
Ambrosiano, las cuentas del Vaticano nunca fueron claras, y dudo mucho de que
sea capaz. Los asuntos internos de la curia serán otro grave problema a
solucionar. La captación de nuevos fieles, la tecnología que deja a la retrograda
iglesia con el culo al aire. Los escándalos sexuales, crematísticos, de orden
moral, de financiación de los distintos estamentos, el reparto de bienes entre
los más necesitados, avanzar con los tiempos sociales en todas sus vertientes,
igualar a las mujeres en todos los conceptos con el hombre en la vida civil y
servil a dios, el matrimonio en el sacerdocio, los avances científicos en física,
química y biología, etc., y con un canto en los dientes, me daría, si los avances
fueren siquiera de un 10% en todas estas materias durante su papado.
Para empezar sería menester dar inicio a
las gestiones para la celebración de un nuevo Concilio Vaticano, el tercero,
con el fin de una nueva remodelación eclesiástica. Algo más de medio siglo hace
que se celebró la última, bajo el papado de Juan XXIII. Ya sabemos que en
cuestiones religiosas la prudencia es sinónimo de dejadez e inmovilismo, pero
hay asuntos que ya no admiten demora.
Creyentes o no, el Vaticano tiene
ascendentes sobre todos, en mayor o menor grado, es por ello que desde esta
pequeña tribuna les anime a realizar los cambios necesarios con la avenencia
del Espíritu Santo o sin él, que a la postre, y en la realidad, es lo mismo.
Bajo el juramento de silencio sobre lo que
se trate en la Capilla Sixtina (que ya no les vale con el cumplimiento de sus
propias leyes. Ni entre ellos se fían, ni de sí mismos), bajo llave, y con sus
discusiones de repartos de poder, “beneficiosos para la Santa Madre Iglesia, en
la lucha encarnizada, de unos cuantos, usando las armas que brotan de las palabras
afiladas como puñales, entronaran al Príncipe de la Iglesia.
¡Dios nos salve del…!
No es que uno no sea bautizado, es que ya
comienza a entender de la vida.
T.S.G.
(aes sin hache)
12.3.2013.
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