Ya me advertía mi
padre que no me sorprendiera si, a lo largo de la vida, veía en más de una
ocasión que los pájaros se tiraban a las escopetas, y no le faltaba razón, en los
años setenta vi millones de personas cambiarse de chaqueta ¡menudos pájaros! A principio de los años ochenta, un día de
febrero, unos cuantos cazadores por sorpresa quisieron cazar en el congreso
¡menudos pájaros! En los noventa llegaron al gobierno una bandada de aves de rapiña
que se dedicaron a rehacer sus nidos y alimentar a sus polluelos ¡menudos
pájaros! Con el siglo nuevo, entre las aves migratorias por razones de votos, y
aquellas que regresaban a la rapiña con la intención de exterminar a todas, destaca
una que se esforzó, más que ninguna otra antes en tal hecho, sin reparar en que
la extinción de las demás suponía poner en peligro la suya propia; se
esforzaron tanto en ello que olvidaron las razones por la que subsistían ¡menudos
pájaros!
En la década actual
estos pájaros de mal agüero son aún más carroñeros, acaparadores, con más
instinto violento en sus metas, son otra generación, son la inteligencia viva
del yo, mi, me, conmigo, son más variedad en especies, y todos quieren, no uno,
si no varios pedazos de la tarta ¡menudos pájaros!
El partido
popular, con la aquiescencia de sus dirigentes, y con la recomendación de
Mariano Rajoy, nombro en su día tesorero a un “hombre de confianza”, Luis
Bárcenas, que se le acogió con la vitola de fiel al partido, y en ese reino de
derechas existen muchos príncipes, demasiados, y casi todos ellos han salido
rana.
T.S.G. (aes sin hache)
27.2.2013.
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