A los partidos populistas se les olvida
decir a los ciudadanos que las leyes se crearon para ser cumplidas.
Quizá en sus pensamientos estén que si
alguna no les gusta se cambia y aquí paz y después gloria, y el mundo, la vida,
por mucho que quisieren, no funciona así; existen antecedentes que lo
demuestran, y lo que es una verdad de Perogrullo, no puede ser de otra manera.
Ejemplos hay más que días vivió hasta hoy este planeta.
Intentan paralizar los desahucios, y se dan
cuenta que no basta con ser el alcalde de un municipio, que el “no sabe con
quién está hablando” ya no suele ser efectivo por reiterado.
El recientemente elegido alcalde de Cádiz
ya probó el sabor de ese caramelo envenenado. La alcaldesa de Barcelona logró
detener uno después de tramites y diálogos pero sólo por tres semanas, y la de
Madrid lo primero que hizo fue mantener entrevistas con los presidentes del
BBVA, BANKIA, etc.. Las ordenes judiciales se mantienen, están por encima de
cargos políticos, de caprichos, de deseos, y de palabras llenas de bazofia.
La primera autoridad de la Villa y Corte,
refiriéndose a estos sucesos, dejó claro, que se estudiaría caso por caso, y
que se vería como solucionar aquellos que fueran posible y compatibles con la
ley.
Sé, por el dolor y desasosiego que
reflejan sus rostros y sus lamentaciones, los momentos por los que llega ha
pasar una familia o un ser que habite una vivienda en soledad, como no es menos
cierto que hasta que esa situación se produce, se han dado una serie de hechos
y concurren circunstancias que abocan a ese nunca deseado fin.
Los medios de comunicación no se
preocuparon ni ocuparon, de estos sucesos, hasta que comprobaron que eran un
filón para sus portadas, crónicas, y artículos varios.
Indeseable y patética (salvo excepciones),
la labor de estos profesionales de la tergiversación.
Recuerdo como caso de gran repercusión
social, el desahucio de una señora de 84 años, vecina del barrio de Vallecas en
Madrid. La noticia resaltaba que esa mujer había vivido toda su vida en esa
casa, y que se la echaba por que no podía pagar la deuda contraída por su hijo
con el reclamante del piso; el club de fútbol del Rayo Vallecano, se involucró
en este caso y ayudo a esta mujer así como otras entidades municipales y
personas del barrio, hasta hay todo bien, pero ¿quién desarrollo la noticia tal
como era?
No recuerdo, no que se hiciera mención
allegada a mi pensamiento, si no que se callará la cruda realidad. La realidad
es que el hijo, mediante engaños, y aprovechándose del cariño de su madre, la hizo firmar un
aval de un dinero que pidió éste a un prestamista, para lo que fuere, que eso
no viene al caso.
Como no cumplió con el pago de devolución
de la cantidad solicitada más los intereses, el prestamista presentó una
denuncia y tras el fallo del juez se inició el desahucio y la entrega del piso
al reclamante.
Aquí no intervino una sociedad bancaria,
aquí fue un ciudadano el que interpuso la denuncia, se avino a ley, y llevaba
razón. El culpable de este suceso fue el hijo, engañó a la madre, abuso de su
confianza, del cariño de una madre para no dejar a su hijo en la situación
difícil que este le contara, y no se preocupó de si su madre se quedaba en la
calle si no devolvía el dinero pedido, y no lo hizo, no pagó, y de esos charcos
estos lodos.
Aunque se le ofreció una plaza en una
residencia de mayores a la madre, el hijo se negó aceptar, tonto no era, sabía
que de esa forma su madre tendría un techo y una asistencia, pero ¿y él?
Su intención con el rechazo de ésta medida
no era otro que el de agenciarse una vivienda y de esa manera tener él también
un cobijo; seguir manejando la pensión de su madre para sus fines, en términos
castizos, ¡chulearla! o lo que es lo mismo, vivir de ella hasta que espiren sus
días.
Cuantas historias existen detrás de estos
y otros casos.
Las leyes están para cumplirse, nos gusten
o no. Unas veces nos resultan favorables, y la más en contra de nuestros
deseos, pero hay que detenerse a pensar que las leyes tiene un fin de
regulación de la sociedad, hacer de esta lo más justa posible. La circulación
sin una ley de trafico sería un caos, la economía un desastre, que sería de una
casa sin normas, un colegio sin materias, un deporte sin reglas, un trabajo sin
beneficio,… .
Un país donde la ley sea del capricho, del
porque si, del más fuerte o del poderoso sin razón o con ella, del poseedor de
las armas, de depender de no saber de que, de quién, como, porque, etc., es
echarse en manos de la nada.
Luego escrito lo escrito y en el
pensamiento de la muerte de la razón. Ningún yo, nada mío, y todo de nadie. ¡VIVA
EL POPULISMO! ¡VIVA LA ANARQUIA! ¡VIVA LA MUERTE DEL PLANETA TIERRA!
T.S.G.
23.6.2015.