Taurinos y antitaurinos.
Existe una pregunta que me ronda
desde hace algún tiempo:
¿Quién o quiénes financian a los
antitaurinos, y cuales son las autenticas razones de este interés.
Cuando el toro no
se críe para lo que es hoy por hoy su destino, ¿quién mantendrá la dehesa y la
cría de este bóvido milenario? ¿Quién dará trabajo a las cien mil personas,
aproximadamente, cien mil familias que se van al paro o ven sensiblemente
mermados sus ingresos?
Olvidémonos por
unos momentos de las tradiciones y pensemos en estos menesteres:
Ganaderos,
mayorales, peones, labriegos, veterinarios, transportistas, taquilleros,
areneros, sastres, maestros artesanos especializados en utensilios destinados
al arte del toreo (banderillas, muletas, capotes, varas de picar, vestimenta
para los caballos, etc.), mulilleros, monosabios, imprentas especializadas en
el medio, publicidad en medios de comunicación (prensa, radio, televisión,
etc.), periodistas de información, críticos, etc..
Ganaderías equinas, campos
cultivados a propósito o no para la alimentación de las reses, el sentido que
da el mantenimiento de los cabestros, mulillas, caballos destinados para la
suerte de varas en las distintas plazas.
Si en Francia, cuna de
la igualdad, y la revolución moderna pueden convivir taurinos y antitaurinos
con una ley que impone razones más que suficientes para la “convivencia” de
todos, incluidos los sin razón, ¿por qué este empecinamiento en acabar con un
arte milenario?
Antepongo todas
estas razones a las estrictamente lúdicas, los festejos de los pueblos y sus
tradiciones, más no renuncio a la historia, que con todos sus devaneos, ha sido
capaz de crear esta nación de la que tantos renuncian, critican, y aborrecen,
sin tener en valor que estas son sus raíces; en estas nacieron, sufrieron, lucharon,
vivieron y rieron, y murieron, y de estas raíces, con todos sus males, parten
sus presentes, tu presente, ese contra el que te revelas, ese que siempre es
mejorable, pero del que jamás es aconsejable renunciar, porque es cierto, que
quién renuncia a su pasado, a sus ancestros, deja vacía la principal vasija de
su existencia.
Y cuando la especie desaparezca, que así será, ¿quién los habrá matado? ¿Los taurinos de hoy, o aquellos que por "defenderlos de la barbarie" les condenaron al ostracismo y a "Erase una vez en que existió un animal de hermosa cornamenta que...".
Y cuando la especie desaparezca, que así será, ¿quién los habrá matado? ¿Los taurinos de hoy, o aquellos que por "defenderlos de la barbarie" les condenaron al ostracismo y a "Erase una vez en que existió un animal de hermosa cornamenta que...".
T.S.G.
16.9.2015.

