El central del Club de Fútbol Barcelona y
de la selección española, padece desde unos años una grave enfermedad que
ramificó hasta hacerse crónica en el día de ayer.
Un mal que comenzó con cada vez más
violentos gestos, empeoró al despertar ciertas actitudes en provocaciones
verbales y físicas, una tercera fase complementaria de madriditis, y una
culminación de síntomas que derivan hacia el insulto, menosprecio y
prepotencia, muestras todas ellas de la agudéz de mal que le aqueja.
Un gran jugador que se pierde poco a poco
en el laberinto de sus malolientes ideales, de sus dolientes e incomprensibles
envidias (por innecesarias), y de unos aires de grandeza que en nada beneficia
a un extraordinario jugador venido a la nada como persona.
Titulitis llaman los galenos licenciados
en el arte del balompié a los primeros síntomas que dan muestra de este mal, y
declive a los momentos que comienzan hoy.
Señor Piqué: Gracias porque muy a su pesar
contribuyó a los éxitos que acompañaron los años pasados a ESPAÑA, y no haré en
usted leña del árbol que cae, bastante desgracia tiene con tener que
soportarse.
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