Como proclama el dicho marinero: “No existe mal viento si no se sabe a donde
se quiere ir”.
El hermetismo chino no conlleva un arma de doble filo, más
bien un cuchillo poderoso de amplia hoja y tajo limpio.
Otro canto es aquél al que se refiere el
ejecutor, se desconoce la proveniencia de éste, pero se aplican sus tesis
variables, su pragmatismo envuelto en sedas de misterios orientales, y su
decires incomprensibles, casi siempre, para los cada vez más versátiles
europeístas y europeos.
Juega la China de hoy al ritmo que creen que marcan los países poderosos,
con la estrategia de la paciencia entre sus silencios de siempre, su opacidad,
y su impregnada historia de fantasías.
Todos
los años el gigante asiático ve nacer en sus tierras la semejanza una nueva
España, 44 millones de personan que se incorporan al planeta azul, bajos, o
envueltos, en la bandera roja de las estrellas doradas.
El león dormido por el que Churchill tanto clamó que no despertaran,
despertó, y el letargo del oso abandonó el invierno y se multiplicó antes de
ser emigración cual mariposa monarca asombrando a la propia natura con los
despliegues de su simple grandeza.
China no está acostumbrada a rugir, pero hoy le basta con
levantar una mano para hacer sentir al mundo conocido el poderío de sus garras.
China
labora. China conoce la fuerza del
silencio, el poder del gesto. China
es el banco de Estados unidos. China es
el ayer milenario y el futuro echo realidad.
Sabiduría y opio, té y arroz, sedas y
especias, falsa en el asentir, y esclava de tradiciones perecederas prontas a
extinguir.
T.S.G.
tmsg1953@gmail.com
28.8.2015.