En estos días, desde que me enteré del
fallecimiento de Robin Williams, he repasado su filmografía, más de una docena
de las que considero sus mejores películas he visto, y me volvió a demostrar
que el séptimo arte, cuando se pone entrega, te devuelve con creces lo
invertido en él.
Robin nos dejó “El rey pescador”, “Jaula
de grillos”, El club de los poetas muertos”,
“Hasta que el cura nos separe”, “El
increíble Will Hunting”, “Despertares”, “La Sra. Doubtfire”, “Jumanji”, “Good morning
Vietnam”, “El hombre bicentenario”, “Patch Adams”, “Dos canguros muy maduros”,
“Vaya vacaciones”, “El mayordomo”, “El triunfo de un sueño”, voces en películas
de Disney que fueron éxitos, series, y ahora tristeza.
La vida es de cada uno y la vive como
mejor puede, sabe, o le dejan. De Robin
Williams nunca me interesó si tenía hijos, si estaba casado, de dónde era, ni
dónde iba, sólo me interesaba ver aquellas filmaciones que se estrenaban, para
deleite de muchos, en los cines de mi país. Robin me quitó tantas penas, y me
puso tantas sonrisas, que no puedo por menos, darle las gracias por todos esos
momentos que me dejó en la pantalla grande y en “la caja tonta” que padecemos en
más ocasiones que disfrutamos.
"Querido, entrañable amigo,
permíteme esta licencia,
se de tu mucha paciencia
se de tu mucha paciencia
para contigo y conmigo.
Entiéndeme cuando digo:
ME ALEGRO DE TU EXISTENCIA."
(Fragmento de un verso de
T.S.G.)
T.S.G.
18.8.2014.

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