Epigrama.
El marqués D. Juan de Robles,
El marqués D. Juan de Robles,
hizo este santo hospital,
y también hizo los pobres.
Las naciones del
primer mundo, los estados conquistadores, desde el principio de los tiempos
conocidos, extrajeron todos los recursos naturales de aquellas tierras que
dominaban, y con ellas, se llevaron el desarrollo y el bienestar de los
pueblos, sumiéndolos en la miseria y la pobreza por los siglos.
Ocurrió en todas
las dominaciones: Persa, romana, otomana, árabe, española, inglesa, egipcia,
etc., todas ellas se trasegaron de aquellos pueblos oprimidos todo cuanto
tuvieron a bien, y se consideraba valioso en cada época.
Con los pretextos
de liberarte de la opresión, te oprimen; con las manos que te ofrecen el
alimento, te roban; con la mirada que presumiblemente te consuelan, te matan;
con la sanidad que te prometen, te enferman; con la educación que nunca llega, te
esclavizan; con la paz que te quitan, te subyugan. Te cambian a precio de
baratija tu amor por su vileza, y tu libertad es una quimera de la que en
cierta ocasión oíste hablar.
Así son los
pueblos conquistadores y así actúan, al mandato de reyes, emperadores,
presidentes “demócratas” y no, representantes de las distintas religiones, y prestamistas.
Intereses que interesan a unos pocos por encima de seres, de hambres, de vidas.
Alimentar a
millones de personas no es labor que se pueda alcanzar solo con el propósito.
Un reparto justo empieza por una conciencia justa, y la conciencia en los seres
que intervienen entre el que da, y el que recibe, es prácticamente inexistente;
las ONG (que no digo que ejercen una labor interesante) se nutren de las dádivas
de los donantes, del 0,7% de las declaraciones de la rentas que así lo estipulan,
y de presupuestos especiales. De ellas viven muchos de los falsos colaboradores
desinteresados, esos que cuando marchan a los países necesitados van con su
paga y sus gatos cubiertos, es un medio de conocer con poco coste lugares a los
que de otra manera no tendrían acceso. Ese personal que no usa horas de su
descanso a colaborar, si no que son contratados.
Es necesario
mantener en cada lugar una base mínima y permanente para diligenciar y
supervisar el desarrollo del proyecto al que se destinen, y esos casos deberían
de corre a cargo de los Presupuestos Generales del Estado, supondrían el 0,04%
de estos. Asumible sin escusas por España y por todos los países del “mundo
rico”.
Son cientos de
miles las personas dispuestas a colaborar y miles las que ya lo hacen, por ello
creo que se podía sacar un gran partido de todas estas gentes de bien.
Al hambre se
podría poner fin si fuere tan valioso como los diamantes, el oro, y los
distintos minerales que son necesarios hoy en día para la tecnología del primer
mundo.
Usted done mano de obra, las empresas de
alimentación sus sobrantes, las distintas compañías de transportes (camiones,
trenes, barcos, etc.) el desplazamiento de los mismos, los voluntarios, in situ,
un periodo del tiempo de sus vacaciones: Maestros, sanitarios, ingenieros,
electricistas, traductores, etc., de todo oficio y condición (menos políticos, banqueros,
y otras gentes de mala ralea), y de esta manera devolverles aquello que antes
les quitamos, que fue todo menos las ganas de morir.
Es cierto que esto es una utopía, tan cierta
como que mientras medio mundo se pone a dieta, el otro medio se muere de
hambre; esto lo han dicho cientos de miles antes que yo.
En cierta ocasión,
Alejandro Magno, dirigiéndose a un preso le espetó que si deseaba decir algo
antes de que se le ajusticiara, y éste le dijo: “Soy un pirata porque tengo
un barco, si tuviera cien como vos sería un conquistador”. Esta es la única
diferencia.
T.S.G. (Aes sin hache)
tmsg1953@gmail .com
11.12.2013.

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