jueves, 12 de diciembre de 2013

Se puede y se debe acabar con el hambre.


             Epigrama.   

                                                                                   El marqués D. Juan de Robles,
con caridad sin igual,
hizo este santo hospital,
y también hizo los pobres.

     Las naciones del primer mundo, los estados conquistadores, desde el principio de los tiempos conocidos, extrajeron todos los recursos naturales de aquellas tierras que dominaban, y con ellas, se llevaron el desarrollo y el bienestar de los pueblos, sumiéndolos en la miseria y la pobreza por los siglos.
    Ocurrió en todas las dominaciones: Persa, romana, otomana, árabe, española, inglesa, egipcia, etc., todas ellas se trasegaron de aquellos pueblos oprimidos todo cuanto tuvieron a bien, y se consideraba valioso en cada época.
     Con los pretextos de liberarte de la opresión, te oprimen; con las manos que te ofrecen el alimento, te roban; con la mirada que presumiblemente te consuelan, te matan; con la sanidad que te prometen, te enferman; con la educación que nunca llega, te esclavizan; con la paz que te quitan, te subyugan. Te cambian a precio de baratija tu amor por su vileza, y tu libertad es una quimera de la que en cierta ocasión oíste hablar.
     Así son los pueblos conquistadores y así actúan, al mandato de reyes, emperadores, presidentes “demócratas” y no, representantes de las distintas religiones, y prestamistas. Intereses que interesan a unos pocos por encima de seres, de hambres, de vidas.
     Alimentar a millones de personas no es labor que se pueda alcanzar solo con el propósito. Un reparto justo empieza por una conciencia justa, y la conciencia en los seres que intervienen entre el que da, y el que recibe, es prácticamente inexistente; las ONG (que no digo que ejercen una labor interesante) se nutren de las dádivas de los donantes, del 0,7% de las declaraciones de la rentas que así lo estipulan, y de presupuestos especiales. De ellas viven muchos de los falsos colaboradores desinteresados, esos que cuando marchan a los países necesitados van con su paga y sus gatos cubiertos, es un medio de conocer con poco coste lugares a los que de otra manera no tendrían acceso. Ese personal que no usa horas de su descanso a colaborar, si no que son contratados.
     Es necesario mantener en cada lugar una base mínima y permanente para diligenciar y supervisar el desarrollo del proyecto al que se destinen, y esos casos deberían de corre a cargo de los Presupuestos Generales del Estado, supondrían el 0,04% de estos. Asumible sin escusas por España y por todos los países del “mundo rico”.
     Son cientos de miles las personas dispuestas a colaborar y miles las que ya lo hacen, por ello creo que se podía sacar un gran partido de todas estas gentes de bien.
     Al hambre se podría poner fin si fuere tan valioso como los diamantes, el oro, y los distintos minerales que son necesarios hoy en día para la tecnología del primer mundo.
       Usted done mano de obra, las empresas de alimentación sus sobrantes, las distintas compañías de transportes (camiones, trenes, barcos, etc.) el desplazamiento de los mismos, los voluntarios, in situ, un periodo del tiempo de sus vacaciones: Maestros, sanitarios, ingenieros, electricistas, traductores, etc., de todo oficio y condición (menos políticos, banqueros, y otras gentes de mala ralea), y de esta manera devolverles aquello que antes les quitamos, que fue todo menos las ganas de morir.
     Es cierto que esto es una utopía, tan cierta como que mientras medio mundo se pone a dieta, el otro medio se muere de hambre; esto lo han dicho cientos de miles antes que yo.
     En cierta ocasión, Alejandro Magno, dirigiéndose a un preso le espetó que si deseaba decir algo antes de que se le ajusticiara, y éste le dijo: “Soy un pirata porque tengo un barco, si tuviera cien como vos sería un conquistador”. Esta es la única diferencia.
T.S.G. (Aes sin hache)
tmsg1953@gmail .com
11.12.2013.

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