Era difícil encontrar un sustituto a Josép
Guardiola. Su marcha del Fútbol Club Barcelona supuso un contratiempo (sabido, y
por ello no menos doloroso para los seguidores azulgranas, aunque fuere lo que
venía anunciando el entrenador durante todo el trayecto de la temporada 2011 –
2012) para el equipo “cule”. El cambio de dirección no parecía que fuese a ser
tan traumático al inicio de la temporada 2012 – 2013, más el cáncer, que se volvió a reproducir en
el que fue segundo de Pep, y en ese momento al frente del equipo profesional,
creó dudas en el equipo directivo y técnico del club, que pareció respirar
cuando Tito Vilanova renuncio al término de la temporada y dejó abierto el
camino a un nuevo entrenador: Tata Martino.
Tata Martino
venía con la vitola que traen todos los argentinos que escapan de su país, se
creen en posesión de todas las verdades, sus razones son las enseñas a seguir, y
su ignorancia del fútbol europeo, en general, y del español en particular, es
supina. El Tata se siente segundón, y en realidad es lo que es, y como todos
los que pretenden imponer su forma de ver el fútbol, lo primero es cambiar el
modelo que se encuentre, aunque con ello destruya el trabajo de años de otros
entrenadores que en el caso del que escribo, el F.C. Barcelona, le llevó a
conseguir el gran palmarés que le avala.
Han sido un
lustro de grandes éxitos. Pep impuso una manera de jugar que se amoldaba a la
capacidad de los jugadores que poseía el club, enriqueció la plantilla
incorporando valores salidos de la cantera, con un estilo propio, el estilo que
mamaban día a día, y que era reflejo del primer equipo. Si a estos jugadores se
incorporan otros que complementan, se crea el conjunto que deparó lo que la
historia refleja.
Cierto es que
Messi, considerado en los últimos años como el mejor jugador del mundo, ha
sido, y aún es, el estilete que abre las defensas rivales y cierra las jugadas,
pero esto no sería posible con la asiduidad necesaria para conseguir los títulos
que galardonan a este conjunto de estrellas, sin la aportación de otros grandes
jugadores: Xabi, Iniesta, Busquets, Pedro, J. Alba, Valdés, Puyol o Piqué. Ellos son la
base, el armazón, que el Tata con su ego argentino, intenta eclipsar; pretende acabar
con el estilo encontrado, con una manera de jugar, que ha asombrado al continente futbolístico,
con tal, de crearse una aureola que no merece. Personajes como este son un mal
a extirpar, y espero, que el club reaccione de manera, que para bien del fútbol,
acabe con él Tata, antes que el Tata acabe con una realidad que era, y que comienza a ser una caricatura de lo que fue
anteayer.
Un madridista que presume de gustar, y
degustar, del buen juego.
T.S.G. (Aes sin hache)
2.12.2013


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