No me parece bien pecar de ineducado
aunque se tengan sobradas razones para estar en desacuerdo con el Ministro
Wert. En la entrega de diplomas en la que ocurrió el sucedido, se le debía de
haber estrechado la mano, pues lo cortés no quita lo valiente, en tanto le se
le recrimina su labor y se le hace ver que deshonra el acto con su presencia.
Eso lo digo desde donde en este instante me encuentro, sentado frente al
ordenador, sin tener que demostrar mi enfado en público, y habiendo
transcurrido el tiempo suficiente para reflexionar y analizar la situación
adecuadamente.
De todas las maneras hay que dejarles
claro, a los políticos gobernantes, que la educación no se encuentra en el dedo
corazón, si no en las aulas aprovechadas, repletas de estudiantes con ansias de
aprender, de forjarse un futuro, y demostrar al estado, sabiendo y entendiendo
que el estado no son sólo ellos, si no que somos todos, que las
facultades son las fraguas donde se templa el carácter, se avivan los fuegos,
se liman los defectos, se suda la enseñanza mediante el esfuerzo, y se realiza
el trabajo que revertirá en el mañana mediante todas sus formas.
Son más de los
que pensamos los que hoy en día habiendo conseguido plaza en las universidades
estatales carecen de los medios económicos suficientes para costear las
matriculas y las asignaturas correspondientes a los cursos en litigio, que
conllevan los gastos por añadidura de desplazamientos, alimentación, estancia,
material didáctico, etc., etc., etc..
Vistos los
recortes en becas, y en las ayudas complementarias, ¿quién puede soportar el
gasto que el presente genera, más que una familia solvente, superior a lo que
se entendía en este país como clase media hasta hace menos de tres años? Pues
lo que se entiende es que estudiaran los “niños de papá”, cuatro más con
suerte, y dos por suprema capacidad, y que en lugar de avanzar hacia un futuro
mejor para todos crearemos unas generaciones deprimentes, que intelectualmente
en cualquiera de las materias necesarias, se verán estancadas por la nula
inteligencia de unos inoperantes que creyeron todavía que el cielo proveería, y
que el maná llegaría más temprano que nunca, pero no existe maná que prepare a
nuestro futuros ingenieros, médicos, científicos, maestros, filósofos, etc., en
la actualidad. Ese maná se llama inversión crematística y humana en el futuro,
y el futuro, reconozcámoslo quienes ya
dejamos la juventud, está en quienes forman la vanguardia del ejercito de la
intelectualidad, vosotros, los jóvenes de hoy y los que vendréis.
Os esperamos
con los brazos abiertos, sois el porvenir, nuestro y vuestro porvenir, y por
ello hoy estoy aquí, a vuestro lado, con la fe de ayer, mis fuerzas de hoy, y
mis recuerdos de mañana. A pesar de todo lo que algunos se empeñen en volver al
siglo XIX, no podrán detener al XXI, ni al XXII, ni al XXIII, ellos ya dejan de
ser presente, y vosotros, solo vosotros, haréis que sean pasado.
T.S.G. (aes sin hache)
15.6.2013.
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