miércoles, 19 de junio de 2013

Hablemos de cine.



    Hoy el cine se encuentra en un momento de transición debido a la crisis económica que golpea en todos y cada uno los sectores, y este, en concreto, no iba a ser menos; la verdad es que rara vez, aquellos que viven, o sobreviven, del cine en cualquiera de sus vertientes, no han expresado sus quejas por el rumbo que tomaba el séptimo arte, y que cada año que transcurría, según su sentir, era peor que el anterior. El cine español, en esta ocasión, está sufriendo los mismos avatares por los que caminan otras ramas de la cultura, recortes en las subvenciones, menos medios logísticos y técnicos, y el cada vez más escaso apoyo de las grandes empresas y productoras del medio, que esperan un momento más propicio para invertir en un divertimento que hoy por hoy no les resulta lo suficientemente atractivo por el riesgo económico que representa, pues dejando aparte, las pasiones que en cada cual genera, en la aventura por la aventura, se significa escasa la rentabilidad que obtienen. 
     La espectacular bajada de asistencia de espectadores a las salas cinematográficas, la reconversión de estas en salas preparadas para grandes eventos musicales, aprovecho de los locales para empresas de venta de moda textil y complementos varios, y otros menesteres, están dejando despobladas las capitales de provincia y la estatal de un bien que aún tiene cabida en la sociedad actual si se sabe esperar mejores días sin pretensiones de atravesar este trecho con más allá que el mantenimiento del personal y la sala, con un equilibrio presupuestario donde los ingresos y gastos reflejen un balance cero. Si dejan de ser rentables las salas de cine no es única y exclusivamente por las cadenas de distribución y la pésima programación de estas, si no por también los precios abusivos de las entradas, y por una más que mala gestión administrativa. Esto también es cierto.
     Las películas en si son cada vez, a pesar de los avances tecnológicos, de peor calidad, no de medios, si no que se nota la carencia de grandes guionistas, de dar al cine lo que este demanda amen de las películas de bajo coste, que no es otra cosa que una alegría, un mucho de humor y esperanza en mejores tiempos, pues para dramas, muerte, terror, mentiras, desengaños, y ciencia ficción basta con encender la televisión en cualquiera de los informativos para sentir la autentica y cruda realidad. Eso es lo que no busca el espectador de cine, eso ya lo tiene, y gratis.
     ¿Cuántos grandes, y no tan grandes honores, se concede a una película de risa? Prácticamente ninguna, siempre es sumamente más sencillo hacer llorar que hacer reír, basta con que entre un desalmado en una habitación con un arma, mate o hiera gravemente a una persona indefensa, y si es un niño mejor, para que nos acongoje y nos retuerza las tripas, pero ¿Cómo ha de ser el chiste para que nos cause autentica hilaridad? ¡Ah amigo! Eso no se consigue con facilidad. Y luego el merito esta en lo bien que sabe el actor llorar, y cuanto lloré, ¡Es que me lo creí! Dicen. Ya encontraste la gran dificultad que entraña el cine, que te hagan reír y que te lo creas.
     El otro gran mal del cine son los críticos y la publicidad engañosa. Los críticos, y ellos sabrán por qué, y nosotros imaginamos, que tras una primera visión, y en ocasiones ni eso, la catalogan de obra maestra, yo dudo de que sepan lo que es una obra maestra en cine, bajo mi opinión tras más de quince mil películas vistas a lo largo de mi vida a través de todos los medios, una obra maestra de momento tiene que resistir el tiempo, y tras décadas de su estreno seguir viva, fresca, visionable, y solo entonces se podrá comenzar a hablar de obra maestra. Luego los gustos van por barrio, pero la publicidad pagada por las productoras para que los medios más influyentes quieran convencerte de sus bondades, es un mal endémico que se ha apoderado de las carteleras, así como la indicación de que el productor produjo tal o cual película de éxito, y de igual manera ocurre con la música, actores, directores, etc.; pienso que si realmente eres bueno y realizaste una interpretación acorde con tu sapiencia interpretativa, o en el puesto en que debas de cumplir tu trabajo en cualquiera que sea el medio en que labores, se te reconocerá, sólo aquellos que necesitan de estos apoyos, son en la forma, y posiblemente en el fondo, mediocres eternos especialistas a medio hacer.

     Dos hervores necesitan hoy los trabajadores del cine, una para que comprendan la realidad de su profesión y vuelvan a poner los pies en el suelo, y otro para dar al San Paganini lo que merece por su entrada y desea, y no lo que ellos quieran para sí, para sus pequeñas glorias y sus múltiples egos. Si no lo hacen de esta manera ya pueden ir apeándose de este burro.
T.S.G. (aes sin hache)
10.6.2013.

 


 

 

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