El Atlético de Madrid vapulea al Real Madrid en el
máximo partido de rivalidad que se puede dar en la capital de España. Un Atleti, que desde el principio del encuentro logró que el Madrid se viera superado en todas las
líneas, el club rojiblanco, el conjunto del Manzanares no dio respiro,
presionando la salida del balón, adelantándose a la media madridista que nunca
pudo mover el esférico con velocidad, ni dar la pausa apropiada; sufrió lo
indecible solo para mantenerse en pie.
La
defensa blanca, nueva por las ausencias de Ramos, Pepe, y Marcelo, no dio pie con bola, más ello no debería de ser óbice para verse desbordada una y otra vez en velocidad por ambas bandas, en regate corto, por
alto, y en segundas jugadas. Hizo agua la defensa durante todo el partido, a pesar de que todos aquellos que suplieron a los nombrados eran internacionales, o han sido.
Los delanteros no tuvieron ni siquiera
ocasión de ensayar el disparo: La BBC (Benzema, Bale y Cristiano), fueron en
esta ocasión una emisora sin sintonización, nula ausencia de frecuencia, y
programa con el que afrontar los 90 minutos y algo más que duró el evento.
Ni música, ni ritmo, ni instrumentos con
los que desafinar, tan pésimo fue, que no quedaron ganas siquiera de criticar
su no aportación a esta orquesta, a este grupo, que hoy careció de la
suficiente vergüenza y ganas para “actuar”; al menos se les puede
agradecer que pidieran disculpas, que solicitasen de sus aficionados,
seguidores, y socios, que perdonasen su bajo rendimiento. Con lo que ganan estos
divos no tendrían que disculparse nunca, pues no deberían dar motivos para
ello.
Por parte del At. de Madrid no me atrevo a
destacar a nadie, Moya solo tuvo que intervenir una vez y cumplió con su labor
en ella; la defensa presionó como el resto del equipo y cerró todos los escasos
espacios que, quizá, hubiera podido aprovechar el rival. Jugaron cómodos y
entre líneas, se apoyaron en las bandas con unos desdoblamientos perfectos,
generaron segundas jugadas, y aprovecharon los huecos enormes y las facilidades
que daba la zaga blanca. Sus delanteros se fueron creciendo en tanto
transcurría el encuentro, y eso permitió que este muriera en el área del equipo merengue.
Durante toda la tarde se apoderaron de una gran sensación de impotencia, y las huestes blancas sufrieron de esta que mermó su rendimiento hasta terminar destrozando a los pupilos de
Chamartín. Al tiempo la confianza agigantaba el ánimo y con ello el juego, al igual que en los últimos
encuentros dirimidos entre ambos, de los colchoneros.
38 años han pasado desde que el Atlético le
endosara un 4-0 al Madrid, un resultado merecido, sin apelativos, sin razones a las que apelar. Ganó el mejor, y el mejor fue el Atleti.
T.S.G.
7.2.2015.
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