He leído en la prensa que el New York
Times, como antaño hicieron otros periódicos de allende nuestras fronteras,
multiplicar sus quejas, en extensos artículos, sobre las costumbres españolas,
y me pregunto desde la ingenuidad, ¿quiénes son estos advenedizos que pretenden
enseñarnos como debemos de vivir y comportarnos? Esta manada de ineptos
licenciados en periodismo, o quizá tampoco, se creen en el derecho de ajustar
nuestras costumbres a sus costumbres; por mi parte “van dados”.
Todos
los pueblos, si así lo desean, pueden asumir los “consejos” provenientes de otros
pueblos y otras culturas, y así ha sucedido a lo largo de la historia del
mundo, bien impuestas por conquistas, bien por dominios, intereses, o pactos.
Estos yanquis nos dicen que el hábito de
cenar a las diez de la noche proviene de los años posteriores a la guerra
“incivil” (1936 – 1939). España se encontraba bajo la dictadura del régimen
franquista, y según, estos entendidos, el horario que se usa es aquél que se
ajusto a la España agraria que se regía por el sol y no por el reloj. ¡Serán
tontos! Los labriegos, agricultores, ganaderos, etc., de aquellos tiempos
tendían a recogerse a las seis o siete de la tarde, cenar medianamente fuerte,
y a las 9 ó 10 se acostaban, se levantaban con el alba, o incluso antes, un
almuerzo (cada cual lo que tenía) y a la labor.
¿De que horario están
hablando? ¿De que época?
Que los horarios en España se regían por
las labores agrícolas es cierto, al igual que en el resto del planeta, tan cierto
como es, que, desde que el campo se modernizó, el agricultor y el ganadero iniciaron
una relajación en sus jornadas de labor, algo entendible para todos menos para
“los cabezas huecas”.
Todavía estas mentes privilegiadas se obcecan
en que es lo mismo la latitud y los paralelos en el Reino Unido, en América del
Norte, o en Alaska, que en la península ibérica.
Pretenden que cambiemos nuestros horarios
de comidas, programas televisivos, espectáculos deportivos, de entretenimiento,
y prescindir de la siesta. La siesta, el “deporte” nacional por antonomasia, las
tapas, una caña fresquita entre charla y amigos, un tinto o vermut, un paseo al
caer la tarde (ciudad, costa o interior, que igual da), una merienda (chocolate
con churros, pincho de tortilla, un bocadillo, etc.), en tanto ellos cenan. Esas
costumbres son las que quieren eliminar con el fin de que España sea un país
más productivo, quieren que abandonemos las mismas cosas que ellos ansían
disfrutar con avidez durante todo el año. Planifican sus días de asueto para
sumarse a nuestra manera de vivir y ser, ¿en qué quedamos?
Si ellos tienen el día de Acción de
Gracias, nosotros tenemos el Día de Reyes, y si ellos tienen pavo, nosotros
jamón, cada cual con lo suyo.
Dejemos las cosas tal como están, ellos
con su producción y sus manías de amoldar el mundo a sus costumbres, y nosotros
a seguir con nuestro estilo de vida, ese tan imperfecto que todos abrigan la
idea de disfrutar.
Soportaremos las criticas de los
periódicos anglosajones, teutones, nórdicos, norteamericanos, y algunas de sus
gentes, agencias, y rancios, mientras degustamos nuestros manjares, los
acompañamos de nuestros caldos y sidrinas, alambiqueamos y quemamos nuestros
oruxox, Nuestro carácter generalmente poco huraño, más nos reímos que lloramos
nuestras penas, nos ayuda a llevar el día a día, y disfrutamos de los bienes
que nos otorgan las inclemencias, las clemencias y la diosa naturaleza, e
incluso a veces nuestros semejantes.
T.S.G.
20.2.2014.
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