miércoles, 1 de octubre de 2014

La decadencia del cuarto poder.


     Comienzan a cansarme los titulares partidistas de los medios de comunicación a todos los niveles. El cuarto poder está de mierda hasta las orejas.
     Han perdido, o abandonado de muto propio, el don de la equidad y de la información. Nos bombardean con palabras como "presunto" cuando no es tal, siglas por doquier, anglicismos como si perteneciéramos a la "Common Well" u otro país de habla inglesa, retórica tardía, y desconocimiento supino de aquello que es la autentica insignia de una nación, el idioma.
     Tenemos quizá, y sin quizá, el idioma más rico y versado  del orbe; sus sinónimos y antónimos son suficientes para expresar, sin necesidad de iterarse en una sola palabra, por mucho que se empeñen en querer demostrarnos lo contrario, la ineptitud de las jóvenes banderas de las letras en el sempiterno lenguaje (si así se me admite), nacido en el cruce de caminos de San Millán de la Cogolla (Monasterios de Suso y Yuso, arriba y abajo).
      Los Cartularios de Valpuesta, que datan de los inicios del siglo IX (hacia el año 804), son un conjunto de textos avalados por la Real Academia Española de la Lengua. Una certeza.
     En el códice 60 se encuentran las Glosas Emilianenses (Siglo X u XI) son realmente las que contienen los escritos más antiguos en el idioma castellano y vascuence; hasta ahí lo conocido, ¿pero es ciertamente ese el inicio? Una duda.
      Cierto es que Gonzalo de Berceo fue el primer poeta en castellano. Cierto que en el transcurso del significativo año del1492, Antonio de Nebrija publicó su obra Gramática Castellana, primera codificación de una lengua moderna, en tanto, impartía clases de humanidades y latín en la Universidad de Salamanca. Certezas.
     A ellos nos dejó la historia como nuestros ancestros, a los que con el transcurrir de los siglos se incorporarían cientos de nombres de hombres y mujeres, lustrados en el arte de las letras. El siglo de oro fue el culmen de estas, y su estela la luz del resto de los siglos.
     Todo esto es lo que lanzan por la borda cada día la generación de la imagen, la misma que alimenta a los cuatro curiosos de los sucesos al escándalo y la proliferación de insultos a cambio de un segundo, o quizá tres, de clac, ejerciendo de boceras hispano a cambio de una gloria de  indignidad en una pantalla de equis pulgadas; todo ello y más, es lo que perdemos en cada titular, en cada columna, en cada crónica o artículo que quiere nacer, sin conseguirlo, a la eternidad incomparable de las letras.
T.S.G.

1.10.2014.

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