Los
dirigentes del Partido Popular anteponen los intereses de partido a los
intereses de estado.
Eso no es nuevo, como tampoco lo es que el
Sr. González Pons pierda los papeles manifestando que tras la elección de
alcalde, por parte del pueblo mediante sufragio universal, llegan los momentos
en que el trapicheo toma cuerpo y desarrolla formulas que hace que esa voluntad
se vea comprometida con los intereses particulares y partidistas.
Existen mil maneras de dirigir un
ayuntamiento, y novecientas noventa y nueve no son del gusto de los ciudadanos.
Difícilmente conseguimos que las huestes
elegidas atiendan las necesidades del pueblo antes que las suyas.
Un alcalde, “por el bien de los ciudadanos”,
endeuda el consistorio hasta más allá de lo permitido, sus delirios de grandeza
le llevan a obras faraónicas, que son tan dañinas como no realizar las
necesarias para que la ciudad funcione al ritmo que marcan los tiempos.
¿Y la oposición? La oposición intenta
levantar barricadas oponiéndose a todo, no importa que sea necesario o no, la
cuestión es cerrar los ojos a los que quieren ver, y a los que ya no ven
inculcarles que su ceguera es consecuencia de otros, nunca de ellos. Como
hacerles entender que con su actitud contribuyen sobremanera a que todos sean más
ciegos.
La mejor manera de distraer un beneficio,
sin necesidad de ocultarlo en demasía, no estriba en producir ceguera al correo
del Zar.
Son torpes, muy torpes los políticos. Aún
creen que vendando los ojos a los pocos que ven, estos y aquellos que ya no
veían, nunca percibirán lo que pasa delante y por delante de ellos, y… ¿desde
cuando se pierde la inteligencia cuando se pierde la vista? Por estos y otros
miles de sucesos, acuerdos, pactos, bravuconadas, dichos y hechos me debato
entre pensar que son una… ¡PANDA DE INUTILES!, o una congregación religiosa de
esas de “DAME PAN Y LLÁMAME TONTO”.
T.S.G.
11.9.2014.
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