domingo, 17 de marzo de 2019

El mercado del fútbol.


     A medida que el fútbol, mal llamado "deporte", se extendió por el mundo, el poder del dinero cambió las auténticas razones de su ser.
     Nació como un entretenimiento, un lúdico pasatiempo de las clases medias y bajas de la sociedad, y de ahí hasta llegar a la cúspide de la sin razón crematística, un paso de cincuenta años y un constante deterioro hasta la actualidad; me refiero a la denominada élite del balompié.
     Hoy en día se pagan cantidades millonarias en cualquier divisa vigente con reconocimiento mundial por poseer en sus clubes jugadores dotados de cierta habilidad para este menester, jugadores que forman sociedades, y sociedades que forman jugadores, intereses creados que mantienen a su alrededor unos poderosos laberintos de conglomerados económicos que abarcan más allá de la realidad balompédica.
     Una sociedad que evoluciona sólo a través de mitos, se queda en los pañales de la inteligencia.
     Sin intentar mezclar conceptos, me reconozco como aficionado al deporte futbolístico, y me rebelo ante las ingentes cantidades de millones en que valoran a unos seres y sin apenas esfuerzo, – en la mayoría de las ocasiones fatuos y engreídos,– en esclavos de una sociedad oligárquica "deportiva", donde premia el peculio, ombligos agradecidos, manipuladores de voluntades, y cazadores de debilidades propias de la desesperación y la necesidad, olvido de rutinas y cotidianidades.
     Mueve ésta sociedad el poder social y económico que engendra las distintas clases. Gentes de toda índole y condición se pliegan ante estos eventos con la sumisión precisa hasta adquirir las migas de un pan del que, incautos, creen poseer en un más que razonable trozo. 
     No es el pan de cada día, pero si es el abrigo del frío, el olvido de la pena, bandera de sentimientos, batallas de naciones, ciudades y pueblos, motivos de llantos, y enseña desde los albores de la vida hasta el yacer.
     Es una pequeña mordida del PIB, pero un gran apaga molestias de inquietudes y revoluciones.
     No se trata de nombres de "figuras", se trata de ejemplos de vida, de hacer creer a la multitud que son parte de "algo grande", que todos juntos formamos parte de ese todo, pero la realidad es que no somos ellos, y que nuestro futuro radica en un sentimiento que ahoga nuestra individualidad y nos convierte en buenos y malos, y casi ninguno sabemos de qué, ni por qué.
     A pesar de tanta podredumbre... ¡VIVA EL "DEPORTE" REY!
                                                                                                                             Tomás Serrano González.
17. 3. 2019.

   1