En cierta ocasión, de esto hace ya unos
cuantos años, proyectaron por primera vez en la entonces única y mejor televisión
española, la película, “El mundo está loco, loco, loco”, un largometraje
dirigido por Stanley Kramer, y protagonizado por Spencer Tracy. Ustedes, que
esto leen, es posible que se pregunten, o quizá no, – que para el caso me es lo
mismo, igual me da, porque pienso continuar escribiendo sobre lo que pretendo
expresar– ¿A qué leches viene esto? Es sencillo, a que si el mundo no está loco,
¡que mierda hago yo ahora con mi cordura!
Unas pinceladas: En España el cuadro que
expongo retrata unos políticos anclados en un dialogo sin dialogo, en un grupo
que se debate entre lo malo y lo peor.
Unos gobernantes que siguen mirándose el
ombligo con la cabeza gacha, sin más visión que aquello que aquello que germina
en el asfalto o la árida tierra, sin un futuro, pero con la experiencia inservible
del pasado.
Quienes intentan volver a las glorias de
antaño acompañados aún del lastre que les provocó la frase ¿"Qué parte del “no”
no ha entendido"?
Los ciudadanos son un grupo de gentes que
consideran un logro formar parte de un todo o un poco de una parte. Están, y
eso les basta.
Aquellos que pregonaban con vocerío,
mostrando un trueno por voz, regalándonos los oídos con sus más que tibias
verdades, esas de nunca haberse apropiado de los beneficios del pueblo, claro
está que se olvidaron de reseñar que ellos jamás habían pertenecido aún a la clase
política, ahora que danzan en ese baile ya no pueden decir lo mismo, son como
todos pero bendecidos por la supina ignorancia, por la realidad que los atropella
cada día, y cada día continúan sin entender donde quedan ubicados los pasos
habilitados para tal fin y las calles del conocimiento para aprender a moverse
por esta ciudad de carroñeros en la que han elegido habitar por dinero,
ambición, ego, y amor… a si mismos. ¡Vaya colección de pijos ignorantes de no
se sabe que izquierda!
Un guirigay de “tomo y lomo”.
Eso
sólo en España, si miramos más allá de los limites fronterizos nos damos de
bruces con unas democracias que tienden a debilitarse en pro de dictaduras: De
izquierdas: moderadas y radicales. De derechas: radicales y moderadas. Autocráticas. Regímenes que germinan tanto
en la incultura como en radicalismo.
Olvidamos demasiado pronto los horrores de
la guerra y nos aferramos a los odios y revanchas reivindicadoras de nuestros y
vuestros muertos con el fin de prender la llama, alcanzar la excusa, para cavar
las tumbas de los que aún “padecemos de la vida”.
Los Trump, Le Pen, Putin, Kim Jong-un y
tantos actuales, son los Hitler, Stalin, Mussolini, Mao, etc., de antaño. Ellos
son una cruel muestra , ejemplo de los últimos cien años, esos transcurridos en
que la historia por si misma nos demuestra, en sus memoria, los miles de ellos
que ha padecido, sufrido, soportado la humanidad, y es que, por mucho que lo
neguemos, somos nosotros la consecuencia, con nuestras actitudes y hechos, los
que conseguimos que el mundo esté… LOCO, LOCO, LOCO.
6.2.2017.
Tomás Serrano González.